"Es un problema cívico y de todos, propio del paradigma de la posmodernidad y de la falta de valores. No creo que las cosas deban de restringirse a punta de legislación. Pienso que la solución pasa por una concienciación en la que todos estuvieran implicados: el sistema educativo, los padres y los propios jóvenes, que se quejan de no tener alternativas de ocio".