Lejos de despejarse, el horizonte de Factoría Naval de Marín es cada vez más negro. El propietario del astillero, José María Suescun, no solo ignora la exigencia del conselleiro de Economía e Industria de que presente una hoja de ruta para reflotar la compañía – Javier Guerra habla con la autoridad que le otorga los 22,5 millones de euros inyectados por la Xunta de Galicia en la empresa– sino que mantiene intacta su decisión de no inyectar más capital en la sociedad.

Esta posición de fuerza del accionista mayoritario ha llevado a los responsables del departamento autonómico de Industria a "tocar" a los socios minoritarios de Factoría, Novagalicia Banco (sobre el que la Xunta puede tener más ascendente) y Bankia con el fin de analizar los pros y contras de una posible reestructuración de su deuda, en la que ambas entidades financieras están directamente implicadas. Pero sobre todo "he hablado con los bancos para ver la posibilidad de buscar nuevos socios interesados en invertir en el astillero", desvelaba ayer Javier Guerra. Hace unos meses un armador alemán y dos firmas nacionales se habían interesado por él.

La entrada de nuevos socios, es decir, la venta del astillero, es uno de los escenarios barajados por el titular de Economía e Industria para intentar reflotar de una vez por todas un astillero en torno al cual llegaron a trabajar hasta 300 empresas auxiliares y más de 1.200 operarios. "No podemos obligar (a Suescun) a vender las acciones y no se pueden expropiar" señalaba Javier Guerra, antes de apuntar que sin embargo existe un entramado de deudas y garantías que pueden jugar a favor de esta opción.

Otro de los escenarios posibles es que, tal como proponen los trabajadores para poner fin a la agonía en la que viven desde hace más de un año y medio, se inste un proceso concursal y si se demuestra la inviabilidad económica y empresarial de Factoría que se proceda a su liquidación.

El tercer escenario, el que en principio sería más lógico aunque hoy por hoy es el más lejano, es que sus propietarios y en especial el empresario valenciano José María Suescun, que posee más del 90% de las acciones, "apuesten de verdad" por el futuro de Factoría Naval, lo que necesariamente se tendría que traducir en una inyección de capital –existe un desfase patrimonial de diez millones de euros–, en un plan comercial de captación de clientes y pedidos y en la apertura del astillero a las reparaciones de buques.

Javier Guerra recalcaba ayer que es "injusto" que las partes (trabajadores, socios y proveedores) miren hacia la Xunta en busca de una salida para el astillero "cuando nosotros no somos el problema sino parte de la solución" . Una solución en la que llevan trabajando más de un año aportando fondos públicos, asesores y relaciones.

El peso económico y laboral de Factoría Naval en la comarca y en la provincia es el argumento esgrimido por la Consellería de Economía e Industria para explicar todo el esfuerzo que se está realizando para mantener a flote un astillero que ha sido, y puede volver a ser, referente nacional e internacional en la construcción de buques offshore y embarcaciones de lujo. De hecho en su dársena languidecen dos megayates en fase de construcción y en busca de comprador, que por avatares financieros son ahora propiedad de los dos socios minoritarios: Novagalicia Banco y Bankia.

Pagarés

Factoría Naval tendrá que salvar en las próximas semanas un nuevo escollo: tendrá que hacer efectivos pagarés por valor de 9,5 millones de euros que están en manos de sus proveedores, los mismos con los que pactó hace año y medio una renegociación de una deuda que ascendía a 57 millones.

Los pagarés vencen a 30 de diciembre y como confirmaba ayer el portavoz de la Plataforma de acreedores (un frente de 300 empresas auxiliares), Rafael Outeiral, "los pondremos al cobro confiando en que no haya sorpresas". La Xunta garantiza el pago del 70% del dinero comprometido y Factoría Naval debe asumir el 30% restante. "No tenemos comunicación del astillero de que no vaya a ser así", señala Outeiral.