La alternativa ecosocialista al actual modelo capitalista fue ayer el eje de la intervención de Michael Löwy en la Semana Galega de Filosofía. Era la tercera ocasión en la que el pensador descendiente de judíos vieneses compartía sus investigaciones con los congresistas del simposio y muchos salieron de su charla más animados: si empezamos a cambiar por pequeñas victorias, al menos los pontevedreses ya hemos librado una con éxito, la recuperación de las calles para los ciudadanos.

—¿Pero Marx no estaba muerto?

—Hay una declaración famosa que dice “Marx está definitivamente muerto para la humanidad”. ¿La fecha? 1917. Fue la primera previsión pero después hubo muchas, también se dijo en 1989 porque el capitalismo va tan bien que ha triunfado etc, y ahora resulta que se está redescubriendo a Marx, releyéndolo porque en cuanto exista el capitalismo vamos a necesitar a Marx para entender como funciona el sistema y como luchar en contra de él.

—¿Sin Marx es posible explicar la crisis?

—Pues hay explicaciones de la economía oficial pero se quedan muy cortas y los mismos economistas de la clase dominante leen a Marx a ver si se dan cuenta de lo que está pasando, pero toman a Marx simplemente como alguien que hace un diagnóstico de la crisis y a Marx no le interesa sólo hacer ese diagnóstico sino que le interesa cambiar las cosas, identificar grupos y clases sociales que tienen interés en enfrentarse con el capitalismo, es algo más (risas) de lo que se dice.

—Tenemos potencial para destruir el planeta, agotar todas las reservas, matar a media (o a toda) población mundial ¿a estas alturas lo importante ya no es hacer sino no hacer?

—Son las dos cosas: no podemos seguir haciendo lo que hemos hecho en los últimos cien años, seguir con la lógica del desarrollo, de la expansión del capitalismo, de la civilización industrial moderna, no, hay que interrumpir ese proceso porque nos está llevando a una catástrofe ecológica sin precedentes, el calentamiento global, pero tenemos que hacer otra cosa obviamente, algo, buscar caminos para otro paradigma de civilización, otro modo de vivir.

—El modelo que usted defiende es el ecosocialismo ¿a qué alude este término?

—Resulta de un matrimonio o una convergencia de la crítica marxista de la economía política del capitalismo con la crítica ecológica del productivismo, del consumismo y los planteamientos ecológicos sobre los límites del planeta. Son dos formas de pensamiento distintas que han caminado separadas y que intentamos acercarlas porque son compatibles y juntas forman el ecosocialismo, el planteamiento de buscar una alternativa al capitalismo que no sea fundamentada en esa misma lógica del productivismo, del consumismo, en el mismo sistema de fuerzas productivas que son el petróleo y el carbón que nos conducen a un callejón sin salida.

—Porque resulta que le estamos dando vueltas a cómo salir de la crisis económica y un amplio grupo de pensadores opina que lo que no tiene salida es el sistema

—El sistema creo que tiene salida, la crisis tiene salidas siempre pésimas, a costa de los de abajo, pero el capitalismo nunca va a morir de muerte natural (ya lo decía Walter Benjamin) alguna salida dará. Pero es que el problema no es la crisis económica aunque puede durar muchos años, el problema es la crisis ecológica que es una crisis de civilización. Esa sí tiene límites, a partir de cierto punto entramos en un proceso irreversible de destrucción ecológica, de cambio de clima y calentamiento global, a partir de ahí no hay camino ni vuelta atrás y esa sí es la mayor amenaza.

—Y no confía en que los políticos sepan resolver el tema.

—Los políticos no van a resolver la crisis, tomarán medidas en los marcos del mismo sistema y ahora se necesitan medidas más radicales, tasas sobre el capital financiero (como la tasa Tobin) y reorganizarse toda la sociedad.

—El ecosocialismo es un modelo revolucionario ¿cómo iniciarlo en Europa?

—Es un modelo revolucionario, pero no basta con tener una visión, una utopía, tenemos que partir de luchas actuales, de pequeñas victorias para intentar avanzar en esa dirección. En América Latina esos movimientos de indígenas, de campesinos, aunque no se definan como tal son donde más avanzado está el planteamiento ecosocialista, de hecho hay un enfrentamiento con la lógica de la expansión del capital, de las multinacionales, del agronegocio, la destrucción de la flora, de los bosques etc. Ahí se está librando una batalla importante y no sólo para ellos sino para toda la humanidad, basta observar la importancia del Amazonas como pozo de carbono para frenar el calentamiento global. Ahora, en Europa también hay luchas sociales y ecológicas a un tiempo. Le doy un ejemplo: hoy (por ayer) en Francia hay una huelga de trabajadores del ferrocarril. Una de sus principales reivindicaciones es la defensa del transporte de mercancías mediante trenes en vez del transporte mediante camiones que genera gases con consecuencias muy negativas. Todos sabemos, incluso el gobierno francés, que hay que cambiar el sistema de transporte, pero en vez de hacer eso el gobierno por razones de competitividad y cálculos financieros muy cortoplacistas está reduciendo ese transporte de ferrocarril y destruyendo vagones. La huelga es para defender el empleo, pero también representa un interés general: el de todo el pueblo francés y europeo en que se cambie el transporte de mercancías. Es una lucha inmediata, concreta pero también con dimensión ecológica, esas son las luchas que nos parecen fundamentales, como la de los pontevedreses por recuperar sus calles.