Como en la vida de todo navegante, Fernando Echávarri siempre está de viaje. A los cuatro años zarparía de la bahía de Santander para arribar definitivamente a Pontevedra, ciudad que lo acogió y adoptó como a su propio hijo cuando su padre fue trasladado para ser jefe de servicio de hospital de Montecelo. En estas aguas experimentó por primera vez la navegación ingresando a los ocho años en la escuela de vela de la ciudad.

Desde entonces su amor por este deporte le ha llevado a conquistar una carrera deportiva llena de triunfos junto al vilagarciano Antón Paz, con quien ha cosechado numerosos trofeos en la categoría Tornado y el mayor de sus éxitos, el oro de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008.

Actualmente Echávarri se siente ilusionado con la inminente llegada de su primer hijo, el colofón a una vida llena de éxitos profesionales y personales.

Dos veces campeón del mundo, oro en Pekín 2008 y recientemente recibió la medalla de oro al mérito deportivo de manos del propio rey Don Juan Carlos. ¿Fue totalmente inesperada la visita?

–Fue una gran sorpresa. Nos concedieron el premio cuando estábamos en mitad del Atlántico y aprovechando su visita a Galicia, el Rey nos dio una sorpresa y nos la entregó en mano, un gran detalle. Ya habíamos coincidido con él en el nuevo barco y todo el mundo de la vela olímpica y en Alicante. Fue un gran detalle, la vela le gusta mucho y el deporte en general.

Su amor por este deporte le ha llevado a utilizar un chaleco de peso para poder competir en lasser. Sin embargo, este le provocó una lesión de lumbago. ¿Te ha dejado secuelas?

–Fue en mi primera preparación para Atlanta 1996 pero no era lo suficientemente pesado y la Federación Internacional dejaba utilizar un chaleco de peso. Después de tantos años me quedan secuelas y problemas de espalda. Ahora el seguimiento médico es mucho más profesional. En la Vuelta al Mundo me ha tocado preparar el peso de nuevo, es uno de los problemas del regatista. Hay campeonatos donde sabes la estadística de peso que debes tener, como los campeonatos del mundo y cada cuatro años te preparas, pero después muchas veces no se cumplan las expectativas de viento. Un regatista puede tener que aumentar de peso o volverse más ligero en una franja de unos cinco kilos arriba o abajo.

Acaba de volver de su segunda Volvo Ocean Race, esta vez con el equipo de Telefónica ¿Cómo ha sido la travesía?

–Hemos tenido mucha coordinación en general. Los problemas que hemos tenido los hemos solucionado. En la vuelta al mundo 2005-06, con el Movistar, acabamos nadando el medio del Atlántico y nos rescató un grupo de holandeses. Este año estuvimos a punto de tener problemas pero hemos acabado con un balance que es positivo. Lo más destacado es que tuvimos una colisión con una ballena por la noche, frente a las costas brasileñas mientras navegábamos muy fuerte, pero no le pasó nada a la ballena y el barco lo pudimos arreglar. En realidad el mar está lleno de troncos y porquerías pero por suerte hay muchos animales. Ballenas hay muchas, sólo hay alguna especie en peligro de extinción.

¿Qué significa para usted recibir el premio de Amigos de Pontevedra?

Es un detalle por parte de la ciudad a la que aprecio mucho. Me siento muy identificado con Pontevedra y me siento pontevedrés. Para mi es importante recibir este premio de todos los ciudadanos.