César Enríquez, "Cachín" para los amigos, entre los que me encuentro, desde aquellos lejanos setenta en los que tuve la ocasión de conocerlo, primero en sus diferentes actividades laborales y alternativamente en otros aspectos de la vida, con su peculiar y fino sentido del humor gallego de interior; un hombre con unas enormes ganas de vivir, bueno y leal en sus compromisos y desde luego, con sus amigos.

Hombre bonachón y popular que le llevaba a entablar y cultivar amistades en sus distintas y variadas actividades propias de un hombre polifacético y emprendedor. Empresario vinculado a la construcción primero, viticultor, granjero y posteriormente, involucrado en el difícil y apasionante mundo del vino, labor ésta hoy continuada con indudable éxito pro su hijo César y seguramente también por su nieto que parece enganchado a la labor iniciada por su abuelo.

En sus inquietudes no faltó el paso por la política en su condición de concejal electo del Concello de A Teixeira. Actividad política entendida a su manera que no era otra que intentar en la medida de sus posibilidades, mejorar el día a día de los habitante de un municipio pequeño y rural con poca población y muchas necesidades. Con la eclosión de la Ribeira Sacra como destino turístico y la potenciación de sus valores, no dudó en colaborar a la creación e una mínima infraestructura turística instalando aquel pequeño bar, merendero o taberna, como quiera llamársele, regentado por su mujer Nieves y su buen hacer en la cocina, terminado por ser un punto de encuentro de gente variopinta, en el que se disfrutaba de su hospitalidad, humor, sencillez y muy buen vino, momentos que alcanzaban su punto álgido con aquellas velada amenizadas por la Charanga Medina de la que era socio de honor.

Aquello desgraciadamente ya es historia y es posible que por el paso del tiempo no recordemos con exactitud muchas de las cosas de entonces. Pero en la duda, siempre tendremos la ventaja de creer que el pasado no fue exactamente como ocurrió sino como lo recordamos. Por eso y desde estas modestas líneas, un recuerdo triste por el fallecimiento de un amigo y alegre por haber tenido la suerte de compartir vivencias con él, como un hombre sencillo y bueno, de los que casi ya no quedan.

*Exdelegado de la Xunta