El bar de Vigo que ha ganado en el juzgado a la SGAE y a otras dos entidades gestoras de derechos intelectuales, tras desestimarse una reclamación de 1.135 euros por los fondos musicales de "El Programa de Ana Rosa" y "Sálvame", ha devuelto a la actualidad la labor de cobro de derechos de la Sociedad General de Autores. Su director en la zona noroeste, el ourensano Juan Carlos Fernández Fasero, ve en la incomprensión ciudadana una falta de conciencia sobre el valor de la cultura y el derecho de los autores a ser retribuidos.

- Un bar ha ganado en Vigo la primera sentencia contra la SGAE.

- Había un defecto formal en el acta de visita y el juez concluye que no puede ser aceptable la inspección. Debería entenderse que en un bar y en cualquier establecimiento donde se utilice la explotación de derechos intelectuales hay una parte que corresponde a la remuneración de los autores, sea un fondo musical, una fotografía, un guion si lo hubiese, o un cuadro que sale en un reportaje o en una película. Hay derechos que están protegidos y la SGAE es una de las entidades de gestión que reclama pero no es la única, aunque parezca que darle caña sea un filón.

- ¿Falta conciencia cultural?

- La realidad es que vivimos en un país donde el consumo de cultura es bajo y la gente tiende a pensar que debe ser gratis. Y no lo es. El creador tiene que comer. La SGAE tiene más de 100.000 socios y la media de ingresos por autor es de 2.500 euros al año. Vivir con eso parece difícil. Lo razonable sería que un creador pudiese vivir de la generación de su obra, en lugar de verse obligado a trabajar por la mañana para poder componer por la tarde. España optó por el modelo de turismo y sol, mientras otros países optaron por la cultura.

- Que una entidad privada reclame un canon puede alimentar esa impresión de afán recaudatorio.

- La SGAE recauda pero colabora con numerosas instituciones, por ejemplo con el Festival de Cans, con el Concello de Ourense, con la asociación de guionistas, con la asociación de actores, con la de creadores o la asociación de bandas de Galicia... Quizá eso no sea tan visible y esté en el debe de los medios de comunicación.

- Bares, panaderías, gimnasios, peluquerías, hoteles... Es variado el perfil de los negocios que tienen que pagar por un fondo musical o televisivo.

- Según el tipo de establecimiento se establecen diferentes tarifas, en función del tipo de uso. Una tapería donde la música no es importante y funcionaría igual tendrá una tarifa mucho menor que una discoteca. La comunicación pública de un repertorio o contenido protegidos requiere de una autorización, en caso contrario se está realizando de forma ilegal. Hay que apreciar que la gente que se dedica a la cultura tiene el mismo derecho que otro trabajador a comer y vivir. Y el autor vive en gran medida de lo que se recauda por los derechos intelectuales. Debería verse como un hecho lógico. Cuando alguien monta un bar puede elegir si pone o no pone música o tiene en la televisión cualquier contenido protegido por derechos de autor. Si lo hace es porque obtendrá un mejor rendimiento económico, por lo que parece razonable que pague algo para compensar a los autores.

- Aprovecho. Fue productor y arreglista de Cristina Pato. ¿Qué le parece su posibilidad de Grammy en dos de los proyectos en que colabora?

- Me parece magnífico. Cristina consiguió dar proyección a todo lo que hace y ha adquirido una relevancia importante. Ha recorrido el mundo junto a Yo-Yo Ma con el Silk Road Ensemble, colabora en Harvard y participó en el documental de Morgan Neville, que ganó un Oscar [Fasero es autor del tema que suena de fondo durante la entrevista a Pato en el film].