Antonio G. M., el padre de la chica embarazada por un joven del clan rival con el que se fue a vivir, una relación no aceptada que fue el detonante del tiroteo del hospital de Ourense, solo admitió ante la juez que disparó al aire por "miedo" a que las víctimas atacasen primero, aunque ningún arma les fue encontrada. La versión de los cuatro encarcelados por la lluvia de disparos de rifle y escopetas, del clan Gabarri, es que los primeros en cruzar la raya fueron sus enemigos y parientes, los Montoyas. Sostienen que, hace un mes, cuando dormían en el poblado gitano de A Fontenla, en la entrada de O Carballiño, varios individuos del clan rival, afincados en el asentamiento próximo de San Paio de Maside, dispararon contra las chabolas, llegando a alcanzar con los proyectiles una furgoneta y alguna vivienda. La defensa de los investigados por el suceso del hospital acudirá la próxima semana al juzgado carballinés para presentar una denuncia por ese supuesto suceso previo, según confirmó ayer el abogado, Luciano Prado.

Se abrirá, por lo tanto, una vía judicial distinta a la que dilucida el grado de responsabilidad de cada investigado por un altercado que pudo causar una tragedia, ya que la entrada principal del CHUO quedó acribillada por una veintena de impactos.

La Guardia Civil vigila el poblado

Las tres víctimas culparon a Antonio G. M. y a sus hijos Daniel y Moisés G.B., los primeros en ser detenidos tras esconder las dos escopetas y un rifle utilizados. Pese a que los heridos identificaron sólo a los tres como los autores, Diego G.M., el hermano de Antonio, también está preso desde la tarde del martes, puesto que un policía de paisano asegura que lo vio enarbolando un arma y disparando. La defensa subraya que lo que portaba era una escopeta simulada y que él no fue autor. Se basa en los testimonios de las víctimas y en la creencia de que la prueba de parafina, realizada por la Policía a los detenidos, confirmará que el cuarto encarcelado no efectuó tiros. El abogado presentará un recurso para solicitar su excarcelación.

Para evitar nuevos altercados, las víctimas fueron custodiadas por policías en su conducción al juzgado para declarar como testigos. Los tres arrestados en libertad provisional, Yolanda B. J, así como los hermanos Miqueas G. M. y Rubén G. M., tienen prohibido contactar o acercarse a los tiroteados a menos de 500 metros. Según la Subdelegación del Gobierno, la Guardia Civil hace patrullas esporádicas por el poblado para evitar nuevos episodios. La chica embarazada regresó al hospital el martes para dar a luz, esta vez sin incidentes entre clanes.