Entre las 150 reses que Serafín Ramos tenía en febrero de 2013 en su nave de Damil, en el concello de Xinzo, los cuatreros se decantaron por las mejor nutridas. Se llevaron 14 becerros bien cebados. Otros dos pastaban en la finca exterior cuando el propietario llegó a la explotación al día siguiente, y asumió todo de un simple vistazo. Era la tercera explotación a la que entraban a robar en menos de dos meses.

Toda la comarca de A Limia estaba en alerta. "Fastidiaba que te llevaran tu sustento pero todavía más la incertidumbre de si volverían", ilustra Serafín Ramos. Durante semanas, en una época con un asalto mensual de media a explotaciones limianas, los ganaderos de la zona "vivíamos en el miedo y la intranquilidad; incluso íbamos a las granjas a media noche para ver si estaba todo en orden".

A este particular, que está pendiente de sus explotaciones desde primera hora hasta medianoche -tiene casi medio centenar de reses-, "me llevaron 14 becerros machos de unos 200 kilos, quedarían unos 15 días para que fueran al matadero". Este dato es común en todos los casos. Esa selección de los delincuentes hizo a los investigadores encauzar el caso en busca de mataderos y profesionales implicados en todo el proceso, desde el robo hasta la distribución de la carne.

A Serafín aquel asalto, perpetrado de madrugada "y cargando los animales en no más de 15 minutos o media hora", le supuso más de 14.000 euros en pérdidas por los animales, sumado a los desperfectos que los ladrones causaron al forzar el cierre y la puerta de acceso a la nave. En su caso, la compañía aseguradora se hizo cargo. "Pero no todos los afectados tenían cobertura y algunos han tenido que asumir de su bolsillo estas pérdidas", decía ayer a FARO este ganadero.

El tráfico a Portugal

A Limia celebra las detenciones. Serafín Ramos pedía que en sus manifestaciones constara "el agradecimiento a la Guardia Civil por estas detenciones. Es una gran noticia, porque sabíamos que el caso era muy difícil cuando había que investigar en Portugal. Nosotros siempre nos imaginábamos que habían sacrificado a los animales allí". El beneficio para la banda fue, al menos, de los 128.000 euros en que estaban valorados los becerros robados.

Actuar en mitad de la noche, con sigilo, en determinadas explotaciones de la zona llevó a los ganaderos a la convicción de que en la comisión de los asaltos intervino un grupo de personas.