Son muchas las iglesias que tienen su historia, pero quizás muy pocas las que hayan experimentado tres ubicaciones distintas. Este es el caso del templo que hay en el pueblo de Compostela, en el Concello de Lobios, que en tres ocasiones sus piedras fueron enumeradas y llevadas a distintos pueblos.

Sus orígenes se remontan en la parroquia de Manín, por lo que se le conoce como la iglesia de San Salvador de Manín, pero la falta de feligreses hizo que fuera trasladada allá por el año 1.760 aproximadamente al pueblo de Aceredo, que era más próspero y donde había una población católica de más de 100 seguidores. Por medio del monte, piedra a piedra fue llevada, quizás en carreteras, hasta este lugar donde se erigió nuevamente sin sospechar que tras muchos años tendría que volver a levantarse de sus cimientos. Y es que con el proyecto del embalse Aceredo quedaría enterrado bajo las aguas.

Recuerda Francisco Villalonga, un vecino de Compostela, que gracias a que los vecinos hicieron fuerza y se encerraron en el templo, la iglesia una vez más se traslada de lugar, piedra a piedra, hasta su ubicación actual en el pueblo de Compostela. Ello ocurrió a principios de la década de los 90. Aquí conserva casi fiel su diseño arquitectónico a excepción del muro, que dice por problemas de espacio se modificó algo. Pero además de trasladarse el templo, también se hizo lo mismo con los difuntos del cementerio.

Todos los gastos que supuso esta acción fueron asumidos entonces por la empresa portuguesa concesionaria de las obras del embalse.

Pero en su ubicación original, en Manín, cerca de esta iglesia había una necrópolis en el monte, de la Época dos Hermandiños, por los siglos XIII y XVII en que Galicia y Portugal estaban hemanados. Durante unos trabajos de excavaciones arqueológicas hace casi 10 años, se encontraron restos humanos, incluso alguno en muy buen estado de conservación, cerca de la capilla que había al lado de la iglesia y que fue lo único que se dejó como recuerdo y señal de donde en su día se ubicaba este templo. Al conservarse tan bien dichos restos humanos, aparentemente de una persona joven, se llevaron a Santiago de Compostela para su estudio. También se descubrió en el lugar una vasija con monedas. Las tumbas eran de losa de piedra, estrechas en los pies aumentando a medida que se acercaba a la altura de la espalda.

Ahora solo queda confiar en que Compostela sea el destino final de la iglesia de San Salvador de Manín.