A don Jesús Conde, el diálogo con sus feligreses le duró menos que una jaculatoria. Tomó posesión de su plaza como párroco de Santa María, en el concello ourensano de Punxín, un domingo de febrero de este año y al día siguiente, lunes, en su primera homilía, hizo referencia según sus parroquianos, al carácter "vicioso" de hombres y mujeres que, en lugar de pensar en los santos oficios, dedicaban el tiempo unas, al adulterio y los otros, a los vicios del vino y de la carne. Al día siguiente el cura era ya tema único de conversación en corrillos y tabernas. "No queremos a un párroco que nos llama adúlteros y borrachos ya en la primera misa", afirman.

Este domingo una amplia representación vecinal obstaculizó la entrada al sacerdote, al que impidió oficiar la misa dominical y el hasta entonces fiel sacristán, Jonathan Veiga, famoso por ser a sus 21 años el más joven tañedor de campanas de la diócesis, le devolvió las llaves "harto de que el párroco me falte al respeto desde que llegó, diciendo que vivo en pecado con mi novia, e incluso amenazando con negarnos la comunión", afirma.

La presión vecinal continuó en la tarde de ayer, cuando un grupo de vecinos volvió a apostarse alrededor de la iglesia parroquial para impedir que el cura oficiara su habitual rosario de los lunes. "Pero ayer ya no vino, sabía que no iba a ser bien recibido", revelan los vecinos.

Al párroco, desaparecido en combate tras la trifulca, le acusan de negarse a oficiar funerales si no es cobrando, ni a oficiar misas por los difuntos, e incluso a ocultar las cuentas de la parroquia, en la que los vecinos habrían depositado fondos de las fiestas vecinales.

Claro que lo que hizo realmente mella, amén del supuesto interés del párroco por controlar los dineros parroquiales, son sus supuestas acusaciones a las mujeres como seres "sin sentimientos, que no saben qué es el amor ni tienen respeto a la vida".

A Jesús Conde, pluriempleado en ese diario viacrucis de parroquias que obliga al escaso y envejecido clero de la diócesis, a oficiar hasta tres misas en una misma jornada dominical, se le vio hace unos días, incensario en mano, bendiciendo la imagen de San Juan Bautista, ubicada delante de la Consistorial de Punxín, en la que se habían encerrado otro colectivo de vecinos, esta vez en guerra contra el abusivo precio del agua impuesto por su concello.

Pero en Punxín, no todos entonan el "todos a una " contra el nuevo párroco, y algunos como el alcalde, el popular Manuel Vázquez, prefieren no tomar partido.

"No voy a posicionarme; solo sé que llegué el domingo para oír misa y me encontré con un grupo de vecinos que impidieron entrar al cura; también sé que otra parte de los vecinos si pensaba asistir a los oficios. Son cosas de ellos y yo no voy a meter baza", tercia el regidor.

Jesús Conde Conde, con quien fue imposible contrastar estas duras acusaciones "porque ni siquiera tiene teléfono móvil y siempre dice que cuando haya entierro o algo que le dejemos recado en el fijo", explica su sacristán, no contesta al teléfono.

Mientras, una parte de sus feligreses ha iniciado una recogida de firmas para pedir el traslado del sacerdote, al que acusan de haber mancillado la imagen de sus mujeres y de sus hombres pues "incluso nos niega la comunión a aquellos que, según él, no vivimos en la fe", explican algunos vecinos. Jesús Conde se refugia en la casa rectoral de Astariz, en el concello próximo de Castrelo do Miño, asistido por su secretaria, afirman los vecinos.

"A don Jesús le favorece guardar silencio estos días, hasta que las cosas se aclaren", indican fuentes del Obispado de Ourense. El párroco, al que se acusa de "manipulación indebida" de la cartilla parroquial, le han llegado las críticas después de años de anónimo ejercicio sacerdotal.

Tiene 58 años recién cumplidos y en julio de este año cumplirá 33 años desde que fue ordenado sacerdote y está además saturado de parroquias, pues lleva desde hace años las de Alongos, Astariz, Feá, Xestosa y acaba de asumir las de Punxín y Freás, así como la de Ceá por enfermedad del anterior párroco.

"No sé, puede que esté estresado", justifica el alcalde de Castrelo de Miño, Xurxo Rodríguez, del BNG. En los años que lleva como párroco de su concello "nunca me ha llegado ninguna queja y las relaciones del ayuntamiento con el parroquia, son correctas", manifiesta el regidor nacionalista. "Bien es cierto que yo no voy a los oficios, pero si hubiera habido alguna salida de tono, seguro que me lo habrían hecho llegar".