Por segunda vez en año y medio, María del Carmen Pazos se subió al estrado y recordó afligida la muerte violenta de su marido envenenado en Maceda en 2009. "Voy a morir como un perro", asumió el fallecido en su agonía tras un sorbo del vino presuntamente intoxicado por su enemigo José Luis Lamelas. La repetición del juicio de la estricnina después de un revés del Supremo que propició la excarcelación del presunto asesino rememora paso a paso el desenlace atroz de unas malas relaciones constatadas por todo Castro de Escuadro, una aldea anclada al sector primario y las costumbres rurales en la sierra de San Mamede, con menos veinte residentes habituales.

La mayoría, según la sucesión de testigos que ayer desfilaron ante el tribunal en una densa jornada de declaraciones por la mañana y la tarde, acreditaban la animadversión del acusado -un móvil que él niega- hacia la víctima. La viuda y los hijos, resignados con volver a recordar el trance, recordaron los precedentes entre la víctima y presunto verdugo. "Nos amenazó de muerte, dijo que nos quemaría la casa". Una familiar, hija de Felisindo, postrada entonces en la cama por una enfermedad "vivía con miedo".

Las dos familias compartieron sustento -los dos hombres fueron socios ganaderos- y convivencia -residían en la vivienda de Lamelas- hasta que las primeras desavenencias por impagos y reparto de animales que quebraron la sociedad se envilecieron con los años. Entre 1997 y 2008 mediaron 9 denuncias, la mayoría del presunto asesino contra su víctima. Unos meses antes del fatal desenlace se vieron en un juicio. José Luis acusó a Felisindo de robar en su casa. Hubo una vista de faltas pero, sin pruebas, el fallecido salió absuelto. Lamelas también fue implicado inicialmente en un intento de homicidio a otro vecino, pero también fue exonerado.

Un solo sorbo del vino envenenado que Felisindo encontró en una bolsa junto a su finca le provocó la muerte. Su mujer y su hija presenciaron su agonía. Tras su muerte, los familiares no dudaron de qué había detrás. "No había otra persona que pudiera hacer esto, este señor nos hizo la vida imposible", dijo la mujer ayer, en el estrado, a escasa distancia del presunto asesino.

El desenlace criminal que pasó a la posteridad en Escuadro como "el percance" hizo hasta que los vecinos dejaran de beber. "Tenía el pozo al lado de su casa y hasta que ingresó en prisión ninguna persona bebía de la traída, tenían mucho miedo". Todos tenían en buena estima a la víctima y consideraban "problemático" al acusado. Un cazador asegura que lo amenazó con que envenenaría a sus perros. Otro testigo le oyó decir que como estaba enfermo de cáncer, antes de morir se llevaría por delante a dos o tres". Ni vecinos ni aficionados al monte habían escuchado nunca que el vino con pan y estricnina -que sabían que Lamelas "usaba y trapicheaba"- fuera la técnica para matar jabalíes. Los investigadores discuten además que en la zona se criaran setas, el motivo, dijo el imputado, de que se olvidara en el monte la bolsa con el brebaje.

Las investigaciones de la Guardia Civil, que fructificaron con la detención del acusado en octubre de 2010, casi un año después de los hechos, lo apuntaban como único sospechoso. Puso "trabas", mantenía conversaciones en clave con sus parientes por teléfono consciente de que lo tenía pinchado y desvió el foco sugiriendo un plan maquinado en la propia familia. Su versión apareció en calabozos.