Xesús Manuel Suárez García, (Santiago, 1955), presidente del Partido Galeguista y médico endocrino en una clínica privada de Ourense, acaba de ofrecerse de forma altruista para llevar el caso del menor gitano con problemas de obesidad sin que éste tenga que salir de su casa. Reconoce que es un salto al vacío, en el que si falla todos saldrían perjudicados. Pero ha pesado en su decisión más su condición de médico solidario que el hecho de ser directivo de la Iglesia Evangélica en Ourense, a la que también pertenecen los padres del niño gitano con obesidad mórbida.

-¿Qué le movió a ofrecerse de forma altruista a controlar a este menor con obesidad en su propio domicilio?

-La convicción de que la situación del niño debe llevarse a cabo en el entorno familiar porque además los lazos familiares son más profundos en un gitano y más traumáticos si se rompen.

-¿Cree que su propuesta puede entrar en conflicto con los deseos de la Xunta de ingresar al niño?

-Con mi propuesta trato de dar satisfacción a la Xunta, que quiere que el niño tenga un tratamiento adecuado y además intento compatibilizarlo con el mantenimiento en el entorno familiar. Pero además soy miembro del Colegio de Médicos, sé que lo que debe primar es la salud del niño y si este intento no funciona seré el primero en pedir otro tipo de actuación.

-Si la Xunta paraliza el ingreso y acepta la dieta tutelada a domicilio ¿Cómo va a ser el abordaje médico del niño?

-El seguimiento no debe ser sólo dietético sino que incluye a todo la familia. Tienen que cambiar su actitud y comer mejor. Es por tanto un abordaje global. En todo caso mi propuesta a la Xunta es realista y la asumo porque veo una actitud de cambio en la familia del niño.

-¿Es muy grave el cuadro clínico de este menor?

-Eso es secreto profesional. Sólo puede decir que algo había mejorado y que nunca lo llevó directamente un servicio de endocrinología general.

-¿La dieta incluye entonces a toda la familia?

-Este es un problema que afecta a todo el entorno familiar y para ello es importante apelar a los valores de la familia, a su sentido de la responsabilidad hacia el niño, porque los hijos no son nuestros, sino un regalo de Dios. Por eso deben modificar su relación con la comida sin verlo como una penitencia, sino como nacer de nuevo. Espero que figuras como la del abuelo tan importante en la cultura gitana, influyan en esta reeducación.

-Dadas sus creencias en la Iglesia Evangélica como la familia del menor ¿Allí donde falle la dieta apelará a la fe?

-Yo no soy un hombre partido en trozos. Entiendo la medicina como un servicio a los demás y una forma de vivir en coherencia con mis creencias religiosas. El tratamiento no debe excluir los factores psicológicos del individuo y sus valores.