Todo lo envidiable de la esquina de García Ferreiro, el lugar donde se juega la partida de la tarde en el barrio de A Cuña, es la sombra generosa de una acacia y, en segundo término, una vista excepcional de la zona sur de la ciudad.

Por lo demás, entre cada mano del juego que se dirime sobre una caja de cartón, se comenta con "esperanza" que "ojalá" la llegada del otoño sirva para satisfacer la demanda de un local para que los mayores de A Cuña puedan reunirse, jugar y conversar en un centro acondicionado y refugiado de los designios del tiempo.

La paradoja del barrio es que existe un local concebido para tales fines en la zona, una instalación que permanece cerrada desde hace más de un mes. Es el centro de la tercera edad, ubicado dentro del recinto de la Asociación de Vecinos de A Cuña.

La gestión del centro social ha provocado tal controversia en el barrio ourensano que el vecindario vive segmentado en dos partes, protagonistas últimamente de enfrentamientos y cruces de declaraciones, alimentados recíprocamente. Mientras, en la calle, juegan los mayores.

Por un lado, está la Asociación de Vecinos de A Cuña. Alega que el cierre del centro para la tercera edad se debió, en su momento, "a la falta de rentabilidad para gestionarlo, así como a la incompatibilidad de horarios de los miembros de la asociación para poder abrirlo".

Fuentes de la organización de vecinos apuntaron que se había intentado mantener el recinto abierto, y "con esa intención acudimos al Concello de Ourense para solicitar un funcionario que se responsabilizara de la apertura del local", justificando que la asociación vecinal tenía déficit de fondos y precisaba de la "responsabilidad"del ayuntamiento.

Con respecto a esto, la concejala de Benestar Social, Marga Martín, afirmó que "el concello no va a intervenir en un centro que depende de un colectivo constituido por socios y determinado por comicios democráticos".

La asociación de vecinos asegura que la intención es la de "ayudar al bien común del vecindario, pero para eso hace falta una persona que abra el local". Para demostrar el compromiso de la asociación con sus vecinos, recuerdan que "fundamos el centro social para ellos" hace ya más de 15 años.

Grupo ajeno

En el otro lado de la disputa se aglutina un colectivo de "unas 40 personas", según la calificación propia de una de sus representantes, Cándida Pérez.

El grupo es ajeno a la asociación, a pesar de su intención por integrarse en ella. Cándida atribuye a "un capricho de la presidencia de la asociación vecinal" la digresión de su colectivo con el grupo vecinal sí constituido, pues supuestamente no se abre a cualquier vecino la posibilidad de asociarse a la organización de A Cuña.

Asimismo, considera que "deben asumir las responsabilidades que tienen como organización de vecinos", y a este respecto señala que la incompatibilidad de horarios "no puede ser excusa, porque los miembros de la directiva deberían asumir un calendario para repartir quién acude a abrir el local social, un lugar vinculado a la A VV".

Los que siguen jugando al subastado, las partes agraviadas por la falta de un sitio en el que estar, dudan a qué posición coaligarse. Eso sí, de manera unánime, recalcan la "necesidad" de que "en el barrio haya un centro para los que somos mayores". O, al menos, se "conformarían" con que pudiese seguir abierto el local para la tercera edad en A Cuña .

Precisamente, desde el colectivo que se enfrenta a la asociación vecinal dan prioridad a que el lugar se abra, aunque sólo se deba a un cierto cariz de solidaridad o preocupación. "Es una pena ver a gente mayor tirada en nuestro barrio", señalan.

Más allá de disputas puntuales, unos y otros, que aluden a intereses que van más allá de poderes de representación vecinal, se reparten las simpatías de aquellos jugadores mayores, de los que encarnan el protagonismo de esta historia.

Y así, las disputas por el tanteo de las cartas, ya de por sí una dialéctica animada, se vuelven un poco más turbias. Las opiniones están enfrentadas. Y aquellos que discrepan es porque "son manipulados".

Proyecto

Mientras se espera por un lugar social para A Cuña, la concejala de Benestar Social, Marga Martín, señala que "la solución" será el centro cívico proyectado para la zona, disponible para principios de 2009. Con salas de lectura y un salón se"cumplirá esta función para los mayores, pero con más calidad".