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Vecinos de Ramal dos Galos se quejan del abandono de la calle, con aceras levantadas y botellón

"Estamos olvidados, con la calle en unas condiciones lamentables", afirman - Protestan por el ruido y el vandalismo de la movida

Acera levantada en el inicio de Ramal dos Galos. // Gonzalo Núñez

Aceras levantadas, baldosas rotas, árboles secos, señales oxidadas y la incidencia del botellón durante los fines de semana. Son algunas de las quejas que han formulado vecinos de la calle Ramal dos Galos, que se declaran hartos del estado de abandono al que, consideran, está sometida la zona. "Estamos olvidados por todos, en un lugar céntrico y con la calle en unas condiciones lamentables", aseguran.

La lista de deficiencias en el vial y su entorno es amplia. Una de las más notables es la irregularidad de las aceras, levantadas o directamente rotas por los efectos del arbolado situado en ambas márgenes. La acción de las raíces es visible prácticamente en la base de todos ellos. Incluso hay una zona en la que en su momento se retiró el árbol pero que ni se reemplazó por otro ni se tapó el espacio que este dejó. La falta de mantenimiento municipal es criticada por los habitantes del lugar. "Podaron los árboles el año pasado después de tres años sin hacerlo a pesar de nuestras peticiones", apuntan. Casualmente, ayer el Concello procedió a la poda de los árboles, pero únicamente los situados en el parque.

Fruto del abandono, denuncian, también son los restos de una señal de tráfico que en su momento marcaba la prohibición de estacionar. El elemento, situado cerca de la confluencia con Canibelos, está cortado a la mitad y oxidado, con el consiguiente peligro para los peatones que pasen por el lugar. "Lleva años así y ni la retiran ni la reponen", afirman. Tampoco están contentos con los bolardos instalados para evitar que los vehículos aparcasen encima de la acera en uno de los lados. "Los peatones se dan buenos golpes contra ellos. A lo mejor habría que buscar otra fórmula", piden.

Otro de los problemas que tiene el barrio, y del que aseguran han informado en varias ocasiones a los responsables municipales, es la movida nocturna. La presencia de una discoteca en la zona perturba el descanso de los vecinos y trae otras consecuencias como actos vandálicos o el botellón que se hace en el parque próximo. "En el Concello nos dijeron que iban a colocar medidores del ruido pero no hemos sabido nada", afirman.

El perjuicio no es únicamente para los residentes en el lugar, sino también para los propietarios de negocios, que también viven en primera persona los efectos negativos de la movida. "Todos los fines de semana tenemos que recoger vasos, botellas... orinan y vomitan en la entrada de los locales. No hay limpieza y nos tenemos que encargar nosotros", señalan.

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