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Manuel Jabois: "Sorprende que 'El Gitanillo' no preguntara a dónde iban los explosivos"

El periodista presenta hoy en Bueu su libro sobre el único menor implicado en el 11-M

Manuel Jabois, en febrero de este año en la lectura del pregón de la Feira do Cocido en Lalín. // B./Luismy

El 11 de marzo de 2004, Gabriel Montoya Vidal "El Gitanillo" tenía 16 años. A esa edad cargó, desde Asturias hasta Madrid, una mochila con explosivos que acabarían alimentando las bombas del 11-M. Doce años después "El Gitanillo", ya en libertad, continúa con su vida sin arrepentirse de lo que hizo, aunque sí de lo que pasó. Manuel Jabois (Sanxenxo, 1978) rescata la historia, y las contradicciones, del único menor de edad implicado en el 11-M en su obra "Nos vemos en esta vida o en la otra". Hoy, desde las 21.00 horas en el Centro Social do Mar de Bueu, dará a conocer su nuevo libro en un acto presentado por Fernando González "Gonzo" y que está organizado por la Librería Miranda. La presentación ha levantado tal expectación que se traslada de la sala Amalia Domínguez Búa al centro social.

-¿Cómo ha sido la vida de Gabriel Montoya "El Gitanillo"?

-Ha sido una vida muy complicada. Su infancia estuvo marcada por la desestructuración de su familia en un entorno muy marginal. Esto lo hizo proclive a tener malas compañías y a convertirse él mismo en una mala compañía.

-¿Por qué decide escribir su historia?

-Me llamó la atención el hecho de que un chico de 16 años acabe colaborando con terroristas islamistas. Lo interesante de la historia es averiguar qué clase de conexión puede haber entre un porrero de barrio, un quinqui, y unos tíos radicalizados y que tienen una visión extremista del Corán.

-¿Qué provocó que Gabriel Montoya se decidiese a hablarle?

-Supongo que, simplemente, la necesidad de hacerlo. Lo más cómodo para él hubiera sido no decir nada. Creo que el tiempo y alejarse de Avilés, su ciudad natal, le ha hecho ver las cosas con perspectiva.

-¿Fue difícil mantener un estilo informativo y frío en el libro?

-No, para nada. Es un tipo de crónica en la que me siento bastante cómodo. He querido buscar un estilo desapasionado que deja fuera toda clase de tentación sensacionalista.

-En el tiempo que pasó con él, ¿cómo fue el ambiente entre los dos?

-Fueron charlas cordiales. Cada uno sabía cuál era su trabajo: el mío era hacer las preguntas y el de él ofrecer las respuestas. No tuvimos excesiva confianza ni se creó un vínculo afectivo. Simplemente, tuvimos la empatía natural de dos personas que conversan durante horas.

-¿Le llegó a inspirar lástima su historia?

-No, ni tampoco rabia, ni ira, ni venganza, ni nada. Cuando voy a trabajar intento hacerlo de una manera fría para que se refleje también de este modo en el texto.

-¿Hasta qué punto fue consciente este joven de lo que estaba transportando?

-La sentencia señaló que él no sabía que estaba colaborando en unos atentados de ese calibre. Era consciente de que estaba delinquiendo y de lo que llevaba, pero no del destino de la dinamita. A nivel humano, sorprende que no preguntara a dónde iban los explosivos.

-¿Cómo vive su detención y su posterior condena?

-Las vive con frustración y con cierta decepción. Antes que a él, detuvieron a todos sus socios y colegas. No se esperaba que fuera a ser detenido.

-¿Qué interrogantes sigue habiendo detrás del 11-M?

-No se conocen todas las consecuencias que hubo tras los atentados y aún quedan cabos sueltos, pero lo sustancial está aclarado.

-Cuando ocurrieron los atentados usted trabajaba en El Mundo. ¿Qué autocrítica deberían hacer los medios de comunicación de la cobertura del 11-M?

-Fue una gigantesca batalla en la que se involucraban aspectos judiciales, policiales y mediáticos. Algunos medios de comunicación apostaron por una línea de investigación que ayudó a sembrar dudas sobre la autoría de los atentados.

-Hoy vuelve a Galicia para presentar su libro en Bueu. ¿Lo peor que lleva de estar en Madrid es no ver su tierra?

-Sí, eso es lo peor. Llevo aquí unas semanas intentado disfrutar de Sanxenxo. Paso mucho tiempo en la playa con mi familia: es una oportunidad para estar con ellos y también con mis amigos.

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