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De Caracas a Bueu, 41 años después

Luis Ferreiro, hijo de Celso Emilio, se reencuentra con Xulio Formoso, el primer cantor que musicó poemas de su padre

Luis Ferreiro (izquierda) y Xulio Formoso, ayer, en Bueu. // F.R. Pastoriza

Hay mucha historia que contar detrás de este reencuentro, una historia que podría comenzar con el exilio del periodista Julio Formoso, padre de Xulio, que se trasladó a Venezuela en la década de los años 50 del siglo pasado. En 1965, lo harían el propio Xulio y su madre y, al año siguiente, recalarían Celso Emilio y su familia. Muy pronto, entre los Formoso y los Ferreiro se establecería una relación que iría más allá incluso de la amistad: se convirtió en una auténtica fraternidad, tanto entre los mayores,como entre sus hijos. Fue en casa de los Formoso donde surgió la idea de ponerle música a varios de los poemas de Celso Emilio Ferreiro: "Cuando llegó a Venezuela -cuenta Xulio- la verdad es que yo no tenía ni idea de quién era Celso Emilio, pero muy pronto me enteré por mi padre y por los Sesto, Pepe (padre) y Farruco (hijo)". Entre los poemas del Celso Emilio musicalizados en aquel LP estaban "Pola longa lonxanía" y "O dedo na chaga" y, como anécdota, Xulio siempre cuenta que "Como Celso Emilio acababa de recibir de Galicia una botella de orujo y otra de licor café, aquella grabación se convirtió en una fiesta gallega por todo lo alto. Celso Emilio incluso se animó a hacer coros y a tocar el pandeiro en uno de los temas, el titulado la "Pandeirada ao Che Guevara". Aquel fue el inicio de la trayectoria musical de un Xulio Formoso (Vigo, 1949) que ha editado dieciseis álbumes, y cuya vinculación con Bueu data de su adolescencia: "En Bueu -recuerda- estuve unos dos años, cuando cursaba Bachillerato. Aquí residíamos en una especie de pazo, que todavía existe hoy, y que es conocido como la Casa de los Picos".

Luis y Xulio se despidieron en Caracas en 1975, cuando la familia Ferreiro retornó a España poco antes de la muerte de Franco. Aunque el cantautor y dibujante regresó fugazmente a Galicia en 1996, no llegaron a verse. Pero ayer, sí: los dejamos con sus cafés charlando de aventuras compartidas, y preparando planes futuros que muy pronto darán a conocer, otra vez como dos jovenzuelos llenos de ilusión.

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