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Estrellas al alcance de la mano

Las salas locales de cine se liberan de la amenaza de cierre y llegan a una media de 1.000 espectadores al mes

Luis Rivadulla, ayer, en Minicines Central. // Bernabé/J.Carlos Asorey

"Si la gente supiese lo mal que lo tenemos pasado para mantener el cine abierto, tendríamos las dos salas llenas", comenta el estradense Luis Rivadulla. En realidad, es más una reflexión en alto, seguramente fruto de un rápido balance al volver la vista atrás. Este estradense lleva años defendiendo a capa y espada -junto a su mujer, Pilar Matalobos- que A Estrada cuente con unas salas de cine. Y no ha sido nada fácil. No es sencillo hacer entender que tener el séptimo arte y todas las estrellas de su firmamento al alcance de la mano es todo un lujo que invita a enarbolar la bandera del localismo.

Rivadulla y Matalobos retomaron el proyecto de unos cines locales en 2004, después de una primera apuesta por estas salas. Minicines Central reabrió sus puertas en la calle Justo Martínez, iniciando un camino que no estaría, ni mucho menos, exento de obstáculos. Sin embargo, tras años esquivando el cierre, en estos momentos esta experiencia empresarial y cultural vive un momento dulce. "Supimos aguantar durante tiempos muy complicados", apunta Luis Rivadullla, que reconoce que en estos momentos los cines estradenses se libraron un poco de la espada de Damocles que los venía amenazando continuamente con colgar el cartel de cerrado. "Ya no pensamos en cerrar. Pensamos en mejorar", reconoce este empresario, si bien no deja de confesar que este cambio de horizonte es posible gracias a echarle muchas horas a este sueño y a tener otros trabajos que ayuden a sostenerlo.

El empeño de esta pareja por que A Estrada conserve sus cines les ha supuesto estos años una auténtica lucha de David contra Goliat. Además de tener como competencia las salas que el público local puede encontrar en las grandes ciudades, estos empresarios han de pelear con las distribuidoras, buscando tener los estrenos que el público demanda y afrontando importantes costes. De hecho, según explican, en algunos casos estos suponen el 60% de lo recaudado en taquilla.

"Aguantar abiertos es un logro importante", apunta el gerente, que reconoce que en ocasiones algunas distribuidoras no se dan cuenta y les ponen las cosas difíciles con precios y porcentajes.

En 2015 Rivadulla y Matalobos pensaban que el momento del cierre había llegado. Sin embargo, no tiraron la toalla. Subieron la apuesta. En 2016 dieron un paso decisivo y necesario hacia la renovación. En abril de ese año estrenaron su primer filme en proyección digital. Y con él llegaron los estrenos en simultáneo con las salas de las grandes ciudades y, en paralelo, un aumento del número de espectadores. En estos momentos la taquilla se sitúa en torno a los 1.000 cada mes. "Estamos contentos. Hay meses mejores que otros pero por lo menos no tenemos una espada de Damocles pensando en que vamos a cerrar", apunta Rivadulla.

Aunque la continuidad de este cine local estuvo muchas veces en el aire, la empresa buscó siempre mantener un precio muy competitivo. Lleva sin actualizar tarifas desde hace años, manteniéndola en los 5 euros de cualquier jornada -incluso el fin de semana- o bajándola a 4 el día del espectador, que hace poco se trasladó al jueves (antes era el lunes) . "Buscamos que no sea muy gravoso venir al cine. Nos damos cuenta de que las familias pueden venir por 20 euros, si son cuatro, casi todas las semanas", explica el gerente. Si la entrada es reducida con respecto a otros lugares, también lo son consumiciones como las palomitas, combinación perfecta para una sesión de cine.

No es un cine cualquiera

El de A Estrada no es un cine cualquiera. Su carácter casi familiar es todo un valor añadido que muchos espectadores tienen cada vez más en cuenta. A modo de anécdota, Luis Rivadulla recuerda que en alguna ocasión llegó incluso a entrar en la sala y sugerir a os espectadores -muchos de ellos de la misma familia- volver a poner de nuevo la película porque se habían perdido, mientras se acomodaban, los primeros minutos del filme, al parecer muy valiosos para seguir la trama. Asimismo, muchos padres llevan a sus hijos a las sesiones infantiles y, si nos les apetece ver la película, los recogen a la salida, sabiendo que están cerca y como en casa.

Minicines Central tiene un público bastante fiel, al que Luis y Pilar quieren seguir cuidando. El cine familiar funciona muy bien en estas salas, que también tienen mucho público femenino. No obstante, desde la elección de la cartelera se busca configurar una oferta que guste a niños, adolescentes y adultos que busquen cine comercial o cine de autor. Además, jugando con los horarios estas dos salas llegan a colocar en cartelera hasta seis películas.

"Los ánimos que nos da la gente fue lo que nos mantuvo perdiendo dinero y haciendo un montón de horas. Tratar de hacer fiel al público en los pueblos es complicado", rememora el gerente de Minicines Central. Sigue defendiendo que los cines son "una oferta cultural de primer nivel y es importante no perderla". "Lo sabe todo el mundo, vengan o no vengan", señala. Reconoce que el Concello también se dio cuenta y echa una mano a este proyecto a través de la publicidad.

Estos empresarios estrenaron en 2016 un nuevo sistema de proyección digital para la sala 1, dejando la 2 para cine europeo y de autor. La proyección también es digital en este caso pero en formato blu-ray, de manera que el espectador percibe visualmente la misma calidad. Además, siguiendo la máxima de renovarse o morir, en esta sala también se mejorará el sistema de sonido en los próximos días.

Luis y Pilar saben que David tendrá que seguir peleando con todos los Goliat que se pongan por delante. El más reciente llega desde internet y viene pisando fuerte. No obstante, cuando en la pantalla aparece la palabra FIN, estos estradenses se van a casa con el buen sabor de haber resistido todos estos años, de haber pasado de pensar en cerrar a pensar ahora en comprar otro proyector para que el séptimo arte siga luciendo en A Estrada en pantalla grande.

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