Gloria Martínez hizo una serie de recomendaciones a los presentes para mejorar el nivel de limpieza de las explotaciones, que debe atender a las tres D (desinfección, desinsectación y desratización). Aconseja que en el exterior de las granjas no se acumulen plásticos, que el cierre perimetral esté limpio de maleza y que se eviten charcos y barro en los accesos, para dar una sensación de orden. Ya dentro de las instalaciones, debe tenderse también a una imagen que, cuestiones estéticas aparte, ayudará a que no haya infecciones. Así, es necesario limpiar los techos de forma periódica para evitar telas de araña, que lo único para lo que sirven es para acumular polvo, en lugar de atrapar moscas, como se cree comúnmente.

La lechería debe ceñirse a eso, a ser un depósito de leche, y no un almacén de la ropa sucia de ordeño o de medicamentos, y tampoco tiene que ser el lugar donde coma el gato que, por cierto, no puede ser la única arma de ataque contra ratas y ratones. Para que el público se diese una idea de la necesidad de pulcritud en las granjas, antes de una limpieza suele haber 50 millones de bacterias por centímetro cuadrado, que pasan a los 20 millones tras un lavado simple y se quedan en 100.000 si se realiza un lavado con agua caliente. Es conveniente retirar la comida sobrante y demás residuos, porque dentro de la granja solo servirá para que las moscas pongan huevos (sobre todo en sitios poco ventilados, donde no se retira la materia orgánica con frecuencia). Los ratones, por su parte, no suelen anidar a más de 10 metros de distancia de su fuente de comida, y caben por agujeros tan minúsculos de dos centímetros.