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La ermita del Monte Faro

El templo mariano al que acuden cada mes de septiembre miles de romeros data del siglo XVII, aunque fue demolido para paliar los gastos de la guerra contra los franceses a principios del XIX y reconstruido años después

El obispo de Lugo, Alfonso Carrasco Rouco, presidió la romería del Monte Faro del 8 de septiembre de 2016. // Bernabé

Alfonso Vázquez, maestre de cantería vecino de Oseira, junto con Jerónimo de Ulloa, cura de la chantadina parroquia de Santa María de Nogueira, contrataron en el año 1632 la obra de la ermita del Monte Faro.El edificio se construiría con bóveda de cañón. Sería el obispo de Lugo Felipe Peláez quien ordenaría en el año 1805 demoler la ermita y entregar los caudales recaudados al Capitán General de Galicia para intentar paliar los gastos que la guerra contra los franceses estaba ocasionando. Años más tarde, se volvería a levantar recuperándose el fervor de los romeros cuya tradición se pierde en el pasado de esta longa noite de pedra que es la historia de Galicia y sus gentes.

En excavaciones arqueológicas efectuadas en el lugar a lo largo del siglo XVIII se habrían encontrado las ruinas de muros y un enterramiento de cantería, así como varias monedas de época hispano romana; una de ellas databa de la época del emperador romano Diocleciano. Hay que recordar que existen indicios de la existencia de una villa romana, aún en proceso de estudio y excavaciones arqueológicas, en las proximidades de Rodeiro.

Tampoco resulta nada arriesgado suponer que en este lugar se celebrasen cultos paganos antes de la llegada y expansión del cristianismo, que substituiría cualquier edificación anterior por otra de signo claramente cristiano; estas prácticas fueron bastante habituales en nuestras tierras. No podemos olvidar que en sus proximidades se asentaron en torno al castro de Vence, también conocido como Casasoa, pueblos y gentes de remotas culturas prerromanas. Este argumento se vería refrendado por la existencia de abundantes, restos arqueológicos, de enterramientos, dólmenes, humilladoiros y petroglifos, así como de los castros de Casasoa, en Río; Penela, en Pedroso; Albodrón, en San Xoán de Camba, y otros varios.

En la actualidad lo que encontramos es una ermita con caracteres de fortaleza, construida en planta de cruz latina, con un presbiterio con bóveda de cañón, en donde destaca su hermoso retablo mayor neoclásico tallado por Tomás Figueroa Rodriguez. En una de las tres hornacinas que lo decoran, reposa la imagen de la Virgen, Nuestra Señora do Faro, talla del siglo XVIII. El edificio es de gran capacidad tratándose de una ermita y llama la atención su aspecto exterior imponente, con muros recios con sillares horizontales de traza regular adintelados sin ornamentos ni decoración, por lo que su apariencia austera, dan cuenta de que fue construida para soportar las inclemencias del tiempo, ventiscas y temporales invernales, sin torre ni campanario.

El camino de tierra sube hasta la misma ermita, en Via Crucis, que cada año cientos de personas recorren en procesión, realizando algunos la subida en cumplimiento de promesas, ofrecidas como pago ante una enfermedad curada por la milagrosa intercesión de la Virgen, o cualquier otro tipo de necesidad que obliga a los devotos a prometer realizar esta romería. Algunos simplemente por devoción, fe o veneración a la Santa madre de Jesús.

La romería se celebra los días 7 y 8 de septiembre de cada año, reuniendo a miles de personas llegados de los cuatro puntos cardinales del país, que proceden a subir la imagen de su Virgen más joven, conocida como A Filla, desde la ermita de Requeixo -en el municipio de Chantada-, en donde permanece el resto del año, hasta la del Monte Faro, donde estará durante los días de la fiesta, para posteriormente, de nuevo en procesión, regresar a su custodia en el valle, venerándose en la ermita del Faro, la réplica en piedra de la virgen antigua.

La devoción de los peregrinos y romeros se complementa con donativos que hace años se prendían del manto de la Virgen, que quedaba por esta razón muy dañado año, tras año, por lo que se decidió sustituir esta tradición, por la donación en mano. La fiesta se completa con los típicos puestos de pulpo y comidas, carne ao caldeiro, fundamentalmente venidos desde O Carballiño, de amplia experiencia y prestigio reconocido, la costumbre y tradición de la comida campestre de las familias y amigos, y la música de los gaiteros ponen el punto festivo en esta romería.

La ermita del Monte Faro es, además, uno de los puntos más elevados por los que transita el recuperado Camino de Invierno, que se separa de la ruta jacobea francesa en el Bierzo y se une a la Vía de la Plata en tierras dezanas.

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