Aurora González es uno de esos ejemplos de ganaderos de vacas de leche que tienen que buscar alternativas al precio ridículo que les paga la industria desde hace años. Vecina de Cervaña, en Silleda, heredó una explotación de frisonas que fue modernizando aunque, eso sí, manteniendo siempre el sistema de pastoreo. La leche que producen sus reses (ahora tiene 55, entre ganado adulto y terneras) siempre obtuvo los mejores parámetros de calidad, así que tenía un punto a su favor para promocionar la venta de leche fresca.
La idea se le ocurrió de forma repentina, y pasaron años hasta que se hizo realidad. Recuerda que ni su marido ni un veterinario amigo estaban muy convencidos de la iniciativa, pero siguió adelante. Tras los numerosos trámites y controles de la Xunta, hubo que acometer obras para disponer de una zona de envasado, almacén, baño y vestidor. Hubo que determinar, incluso, qué tipo de envase se iba a utilizar: la botella de plástico de dos litros fue la escogida, en este caso.
Ahora, tres años después de aquellos primeros pasos en el reparto, que realiza ella misma, ya cuenta con una red fija de clientes en, sobre todo, el área que se extiende entre Cea y Santa Cruz de Arrabaldo, ambos en Ourense. "Buscamos una zona en la que no haya vacas", explica esta ganadera, por lo que es lógico que el grueso de sus ventas no se concentre en la comarca dezana. Hace el reparto en esta área una vez a la semana, y reconoce que funciona muy bien el sistema de boca a boca en cuanto a propaganda. Cada botella cuesta 1,90 euros, "un precio que me da más margen que con la industria habitual, pero que no me pone rica", recalca, y dura varios días si no se rompe la cadena de frío. "El secreto de la leche está en envasarlo siempre por la mañana", en torno a las 6.30 horas, para ir directamente del tanque a la furgoneta, manteniendo siempre el mismo nivel de frío para que no haya crecimiento bacteriológico. La leche de Ganadería O Cruceiro aguanta unos tres días, y se vende bajo la marca de 'Agro Bo', una de las mejores fincas de esta explotación.
Los clientes de O Cruceiro son, sobre todo, vecinos que recuerdan cómo en su niñez se alimentaban de leche recién ordeñada, sin ningún tipo de tratamiento, aunque también dispone de compradores de entre 30 y 40 años, concienciados con la importancia de una alimentación ecológica. González descarta vender en supermercados, debido a los cuidados que precisa este alimento.
