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José Ramón Castro Frade: "El mundo rural pasó de un gran salto cualitativo del bidón de leche al tanque de frío"

"La riqueza de Galicia es inmensa, pero por falta de liderazgo somos incapaces de ponerla en marcha"

José Ramón Castro muestra un ejemplar de su libro. // Bernabé/J. Lalín

La Casa da Cultura de Silleda acoge esta noche (20.30 horas) la presentación de la novela A luz da escuridade, que se convierte así en la primera publicación de José Ramón Castro, aunque este vecino de Silleda ya participó, desde su juventud, en numerosos certámenes. Edita el volumen Fervenza.

-¿Qué nos narra en esta historia?

-El libro tiene muchos mensajes y puede dirigirse tanto a adolescentes como a adultos porque, a pesar de que tiene varias interpretaciones, su lenguaje es sencillo. La trama gira en torno al mundo rural, que desfallece poco a poco porque se están universalizando todas las actividades agrarias. Pensemos, por ejemplo, en las mallas de antaño, que ahora ya no son necesarias porque de esas labores se encarga una máquina en la propia finca o donde sea. A lo largo del libro fluye ese toque de atención, a través de las fases de maduración por las que pasa el protagonista.

-¿En qué se inspiró para dar forma a la trama? ¿Hay episodios autobiográficos?

-La verdad es que sí que introduje elementos vitales, algunas experiencias que yo viví y que pueden, también, ser universalizadas. Quiero señalar que el título del libro, A luz da escuridade, es el mismo que lleva el capítulo cuarto, en el que el protagonista se enfrenta a algo a lo que nos enfrentamos todos alguna vez: la inmensidad del universo, que se descubre cuando contemplas las estrellas, que son esa luz de la oscuridad nocturna, y te percatas de cuán insignificante eres.

-La presentación del libro se acompaña de una exposición de fotografías del mundo rural. ¿Hasta qué punto ha cambiado este entorno en los últimos 50 años? ¿Tiene futuro?

-Yo soy de la generación de los años 50, y los de mi época presenciamos un gran salto cualitativo que pasó del bidón de leche al tanque de frío. Por eso hay que hacer una labor de investigación, ver cómo evolucionó el rural y la sociedad. Hoy en día, para que el rural siga adelante, quedan muchas cosas por hacer, y una de ellas es ordenar el territorio. Hay que reestructurar la propiedad, porque sigue quedándose pequeña para los que viven del campo. Recuerdo que, cuando nosotros montamos la feria de la Semana Verde, Silleda y A Estrada ya disponían de concentraciones parcelarias. Ello implicaba que las maquinarias de grandes dimensiones podían acceder sin problema a las fincas. Sin embargo, aún hoy en día en Lalín, por ejemplo, hay zonas que carecen de estos procesos parcelarios. En cuanto a la pregunta de si sobrevivirá el rural, también quiero recordar otra anécdota vinculada a la Semana Verde. El sector del porcino, por aquel entonces, hizo mover la feria, porque fueron los propios productores los que forzaron que se montase una lonja, ya que la única alternativa que les quedaba era enviar los animales a Burgos o Levante. Quiero decir con ello que yo no me rendiría ante un futuro incierto del rural, porque la riqueza de Galicia es inmensa, pero por falta de liderato no somos capaces de ponerla en marcha. Producir, a decir verdad, produce cualquiera, pero el problema es vender y a quién. Es lo que ocurre con el citado sector porcino, que solo hay un par de empresas que se dedican a la transformación, cuando podríamos tomar de ejemplo el pequeño pueblo de Guijuelo, en Salamanca, donde hay una fuerte tradición de cebo y transformación de carne de porcino. Aquí, sin embargo, en lugar de cerrar el ciclo, el sector del porcino invierte en otros ámbitos. Lo normal es que se cerrasen esos ciclos de producción, creando pequeñas industrias que ayudasen a fijar población. Pero no, aquí en la comarca se optó por invertir en pisos en lugar de en industrias. Ya sé que es un mundo teórico, pero realizable.

-Trabajó durante quince años en la Semana Verde. ¿Cómo fue la experiencia?

-El hecho de que dominase la lengua de Shakespeare al haber estudiado Filología Inglesa en la Universidade de Santiago me permitió hacer encuentros profesionales entre expertos de distintos países, dentro de la feria que se conocía como Turisport y que posteriormente daría paso a Turexpo. Se trataba de buscar nuevos campos de financiación al margen de las dos ferias anuales. Tuve la oportunidad de moverme por sitios donde se hacían ferias en España. La verdad es que tuve periplos vitales muy interesantes, porque de joven formé parte del grupo que puso en marcha la revista Xuventude, más o menos en la década de los 70. Éramos, puede decirse, una novedad dentro del régimen franquista, porque incluso teníamos un grupo de teatro y creo que íbamos unos cuantos años por delante. Además, posteriormente tuve la oportunidad de viajar a Alemania para analizar cómo eran las casas de la juventud de ese país. A raíz de mi informe, la Diputación de Pontevedra comenzó a construir las Casas da Xuventude. Fue interesante, también, mi temporada como docente en el colegio María Inmaculada, donde impartí clases durante 20 años, un tiempo en el que contribuí a abrir los ojos de muchas promociones.

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