Una vez terminada la cosecha de maíz para silo, el jabalí concentra sus daños en las praderas. En los últimos días, los ganaderos de la localidad de Castro de Cabras, en Lalín, así como vecinos de las parroquias cercanas que ya pertenecen a Rodeiro y Dozón, ven cómo el animal se interna en las fincas recién sembradas y revuelve la tierra, en busca de semillas o de algún grano de maíz. Uno de los ganaderos que sufren estos destrozos es Mario Quintana. Regenta, desde hace años, una explotación vacuna de leche, así que a la crisis de precios que vive desde hace siete años hay que sumarle "un año nefasto en la cosecha de maíz. Yo recogí la tercera parte de lo que correspondería en un año normal". Vista la escasez de este alimento, decidió renovar varias praderas "para disponer de forraje durante el verano que viene.

Pero si hace años el jabalí se limitaba a atacar las fincas de maíz cuando éste estaba maduro, ahora entra en ellas cuando están recién sembradas, y hace lo mismo con las praderas. Medio Rural abona a 11 céntimos por metro cuadrado los daños en pradería, y a 14 los que tengan lugar en fincas de maíz. "Pero ese dinero apenas nos cubre los gastos de la semilla, y nosotros tenemos que hacer frente también a los del tractor y del abonado", así es que muchos ganaderos ya ni denuncian los daños. Por eso, Quintana insta a la Xunta a variar el sistema de gestión de este animal, dado que parece que las batidas y la temporada de caza no causan efectos sobre su población. Quintana recalca que "en Francia se actúa cuando se detectan daños".