-¿Es cierto que cada vez existen menos canteros o sólo es una leyenda negra del oficio?
-Ahora, con la crisis económica, quedamos menos aún. En la empresa en la que yo trabajo es así. Llevo catorce años en esta profesión y tengo que reconocer que esta es la peor época de todas las que tuve que pasar.
-Tienen fama de caros...
-Eso no es verdad, somos muy baratos para las cosas que hacemos. Date cuenta que si tu haces una mesa de madera dentro de unos cien años tienes que hacer otra nueva. Si la haces de piedra te dura miles de años. ¿Cuántos años tiene la Catedral de Santiago? Y sigue en pie sin problemas.
-Supongo que en su trabajo no requiere la sensibilidad que necesita con la gaita o el baile.
-Hombre, si quieres hacer una escultura te hace falta, lo que pasa es que nosotros en el taller en el que trabajamos no todos hacen eso. Sí es cierto que nuestro jefe hace esculturas porque estudió y tiene el título. A mi no me enseñaron porque siempre trabajé en la construcción y en la empresa me contrataron para colocar los trabajos que hacían ellos. Después me empecé a quedar en el taller y fui aprendiendo poco a poco el oficio. Ahora, de once que éramos sólo quedamos dos en la empresa.
-¿La gente de hoy aprecia el trabajo de cantería como se hacía en otras épocas pasadas?
-Yo creo que sí. Es un trabajo que luce mucho. Tú haces una casa, le pones un balcón de piedra y no hay nada que se le parezca. La madera también es un trabajo muy noble, pero la piedra siempre será piedra. La piedra es barata, está en el monte, está tirada, lo caro es ir hasta allá con una máquina para extraerla, transportarla en un camión, meterla en una máquina que la corte, pagar los impuestos y la mano de obra, y eso es lo que la encarece. Es como todo.
-¿Ha variado la clientela?
-Nosotros tenemos el taller en una aldea de O Corpiño llamada Montouto y antes trabajábamos casi siempre para aldeas de la zona. En 2004 o en 2005 se llegaron a construir unas veinte casas o más en Lalín, y teníamos mucho trabajo que hacer en la empresa.
