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Reimóndez Portela, memoria viva

En el vigésimo aniversario de su fallecimiento, sigue presente en el recuerdo de los estradenses

Manuel Reimóndez Portela

"¿Qué era mejor, médico o político?". "No lo sé. Sé que era un buen padre". Así responde el estradense Luis Reimóndez a una pregunta que todavía le plantea mucha gente cuando se habla de Manuel Reimóndez Portela, toda una figura para A Estrada desde múltiples perspectivas. De él se ha hablado como alcalde, humanista, historiador, etnógrafo, escritor? Se le ha bautizado como médico "de aldea", médico "de pobres" o, simplemente, como "o médico de San Miguel". ¿Quién era el Reimóndez Portela que da nombre al Museo do Pobo Estradense, que firma la primera guía turística de A Estrada o que presta su nombre al premio periodístico que se convoca cada año desde estas tierras? Pues a esta pregunta han contestado desde el Premio Nobel Camilo José Cela hasta el hoy día presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Este año se cumplen dos décadas del fallecimiento de un estradense que ha dejado en el municipio una huella tan profunda como indeleble.

Manuel Reimóndez Portela nació en San Miguel de Castro el 26 de marzo de 1916. Inició la carrera de Medicina un año antes del estallido de la Guerra Civil. En unos apuntes sobre su biografía, el escritor Olimpio Arca relata que se incorporó a filas en 1937, pasando a atender, desde el grupo de Sanidad Militar, a los heridos en los frentes de León, Teruel, Extremadura y Guadalajara. En 1939 se licenció en Oviedo y retomó sus estudios de Medicina en Santiago. En 1941 logra plaza de alumno interno en Patología Médica. "Con una profunda y vasta preparación teórica y práctica, este flamante licenciado de Medicina tenía opción de abrir consulta con éxito en cualquier ciudad del país", relata Arca Caldas. "No obstante, Manuel, humanidad nata, galeguidade íntima, siente la llamada de los suyos, de los más apartados del poder económico, y no duda en poner su ciencia a disposición de los vecinos de su parroquia natal".

Su consulta no tardaría en quedarse pequeña para quienes buscaban remedio para el cuerpo y también, muchas veces, encontraban cura para el espíritu. Primero a caballo y después en moto, Reimóndez Portela se desplazaba por las aldeas estradenses atendiendo a los enfermos. En 1960 alcanzó el título de Doctor en Medicina y Cirugía y en 1966 el de especialista en Aparato Digestivo.

Pero la sed de saber de Reimóndez no se saciaba, ni mucho menos, bebiendo de los libros de Medicina. Le interesaba cada piedra, cada detalle de una A Estrada que recorrió lugar por lugar. Inició un peregrinaje por lo largo y ancho del término municipal, publicando en 1976 su Guía Turística de A Estrada. El Pazo de Oca, la Rapa das Bestas de Sabucedo, los Cruceiros repartidos por 1.460 kilómetros cuadrados? todo inspiraba su curiosidad y despertaba sus ansias de saber, preservar y divulgar. De sus 12 años de peregrinación por cada rincón estradense surgió en 1990 su mítica obra A Estrada Rural.

Con un arraigado sentimiento galleguista, en 1978 presidió el anteproyecto del Estatuto de Galicia, conocido como O Estatuto dos 16. La política local llamó a su puerta en 1983, siendo hasta 1987 alcalde de A Estrada.

"Reimóndez, tres años antes del Nobel y siendo alcalde de su villa natal, me dio la insignia del Salmón de Oro, una especie de premio que otorgan los estradenses a los que demuestran su amor y su respeto al salmón y son capaces de pelear con las once formas de preparación que admite, siete en la cazuela, dos en la sartén y otras dos en el horno; salí de la pelea zurrado pero reconfortado y más que satisfecho y guardo de aquel día un recuerdo imborrable. A Reimóndez, a quien todo el mundo llamaba Portela, que era su segundo apellido, se le hacía la boca agua y miel el corazón cuando hablaba de su río y sus peces gimnásticos, bravos y gustosos; en su recuerdo, sé bien que los salmones, las truchas y las lampreas del Ulla le guardan luto y reverencia". Así recordaba Camilo José Cela a este estradense, a quien también desde las páginas de Manuel Reimóndez Portela na lembranza rememora Xosé Neira Vilas, recogiendo sus días juntos en La Habana, donde Reimóndez vivió cuando era un niño. "Él era todo sensibilidade, amor á natureza, espíritu elevado, conciencia do que en verdade é trascendente (?) Era un home integral, un ser fondamente humano. Érao e ségueo sendo pois para min segue existindo. Vive, está con nós, con todos nós, os do seu sangue e os que tivemos a honra, a ledicia e o privilexio de sernos seus amigos e irmáns".

Más vecino que político

"Mi relación con Don Manuel no fue la habitual entre políticos", explica desde las referidas páginas el entonces ministro de Administraciones públicas y hoy presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Relata que nunca le pareció "un político en sentido clásico". "Era más bien un hombre responsablemente preocupado de su dedicación a los demás. Nunca planeó que una u otra actuación fuera electoralmente rentable, sino que era de justicia para reparar una situación inadecuada. Sus planteamientos políticos en realidad no eran tales, porque estaban siempre teñidos de un evidente componente humano que parecía inspirar toda su actuación como alcalde. Las pistas no daban votos. Hacían feliz al paisano. Y parece que también a él", comenta.

¿Quién era Manuel Reimóndez Portela? Pues a las explicaciones de estas y otras muchas voces ilustres se unen en A Estrada testimonios de infinidad de ciudadanos de a pie. "A mí me salvó la vida", "Yo me llamo Manuel por tu padre", tiene escuchado en muchas ocasiones su hijo Luis Reimóndez. Los relatos de todos ellos permiten a quien no tuvo ocasión de conocer a este estradense imaginárselo como un hombre con la sencillez y la cercanía que se reserva a quienes son verdaderamente grandes. Un hombre con gran inquietud y curiosidad por todo lo que le rodeaba y conocedor de que igual trato merecen aquellos a los que el mérito, la casualidad o la fortuna sientan en grandes despachos y quienes necesitan que un buen vecino les lleve, a caballo o en moto,el remedio para el mal que les atenaza, sabiendo que no tendrán nunca cómo compensarlo.

Veinte años después de su muerte, la gente sigue hablando de Manuel Reimóndez Portela. Este aniversario no se rodeó de excesiva pompa. En realidad, él no necesita homenajes. La memoria colectiva le honra con mucha frecuencia y lo hace con la espontaneidad de los reconocimientos que llegan del corazón.

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