-Está invitado en la Festa das Mámoas de Oirós, el 20 de junio, para hablar de la figura de su tío Nicolás Alvarellos, sacerdote del lugar. ¿De qué hablará?

-Se trata de un homenaje a su figura como impulsor de los medios para la excavación de las mámoas. Yo sé que era una persona muy querida en la comarca, pues como todos los párrocos de aldea jóvenes. Cuando empezó era una persona con inquietudes y muy activo con los niños. Yo tengo pasado mucho tiempo allí. Seguro que conozco más vecinos del lugar que ellos a mí porque hace años que no voy por allí.

-¿Cómo recuerda a su tío?

-Era una persona amante del fútbol, de los niños y de la participación social en la aldea. Yo, como menos lo vi siempre fue como sacerdote. Me acuerdo de que, cuando aquí era difícil hacer conciertos de música porque no había manera de tocar salvo en la Algarabía, tiene montado en el teleclub conciertos de tres o cuatro formaciones y apoyarnos en todo, poniéndonos la amplificación o buscarnos los medios.

-¿Y cómo era su relación personal con su tío sacerdote?

-Siempre fue muy buena, aunque él sabía de sobra que yo no tenía vocación religiosa porque eso lo tenía claro desde que tengo diez o doce años. Sin embargo, siempre comprobé que el concepto que tenían en la aldeas en las que fue párroco los chavales no tenía nada que ver con lo que pasaba, por ejemplo, aquí en Lalín. Yo recuerdo haber hecho la Primera Comunión y la Confirmación en Lalín y no tenía nada que ver. Allí los chavales iban a la iglesia de otra manera. No sé cómo explicarte pero era otra forma de predicar y era la que llegaba de verdad.

-¿Contará pues muchas anécdotas en esa conferencia?

-Lo voy a centrar un poquito en lo personal, en la casa grande en la que vivía donde me acuerdo de todas las reuniones que hacía e incluso del trabajo de la tierra que hacía la gente desde el aprecio y con una manera muy cariñosa.