Días atrás, dos vecinos de Agolada charlaban mientras contemplaban como un avión perdía altura para preparar su aterrizaje en el aeropuerto de Lavacolla, en Santiago. Uno de los hombres, que estaba al cuidado de su ganado "notó cómo le caían sobre el rostro dos gotas de algo parecido a agua. La quemazón era tan grande que tuvo que ir a casa a lavarse la cara", explica Raúl Torreiro, el único testigo de este incidente.

No es la primera vez que se produce algo similar en las tierras agoladenses: cada vez que pasa un avión y el cielo está despejado, las hojas de los frutales se secan sin motivo aparente, y este año apenas han llegado a florecer. Los afectados no culpan a la helada -que apenas hizo acto de presencia durante el invierno- ni tampoco a la lluvia ácida, que se forma a causa de la polución que genera la combustión de carbón y petróleo en fábricas y coches. Estas precipitaciones de ácido sulfúrico y ácidos nítricos envenena el suelo, corroe hasta los edificios y altera la vida acuática.

Pero ninguna de las dos parece ser la culpable de lo que está ocurriendo en los jardines y huertas de parroquias como la de Vilariño. Los vecinos están convencidos de que el motivo viene del cielo, sí, pero del tráfico aéreo. Torreiro afirma que nota efectos en sus frutales días después de haber visto pasar un avión, y que en las jornadas sin nubes, éstos son aún más fuertes. Y es que esa particular lluvia se lleva tanto la fruta de temporada como las hojas de acebo, un árbol, paradójicamente, de hoja perenne.

Durante los vuelos, los aviones se desprenden de las llamadas "aguas grises", en las que se incluyen el agua sobrante de lavarse las manos, de limpieza o de la cocina. Éstas se expulsan directamente al exterior mediante el sistema Drain Mast, un aleta que contiene calefactores para que este líquido no se congele y colapse la salida. En cualquier caso, las "aguas negras" o fecales nunca se eliminan durante el vuelo, sino que se almacenan en un depósito y se vacían en el aeropuerto. Por tanto, de demostrarse que los frutales y hortalizas de Agolada padecen el vaciado de los aviones, al menos éste no tiene que ver con la eliminación de las aguas fecales, puesto que uno de los sistemas que se utiliza para tratarlas es el racasan, un potente elemento químico. También es cierto que el racasan apenas se usa ya, puesto que los aviones más modernos optan por lavabos de vacío.

Donramiro

Lo que ocurre en Agolada es similar al incidente que se produce en abril y mayo en la parroquia lalinense de Donramiro. En los últimos años, las frutas de este lugar presentan agujeros, las verduras y otros productos de huerta están quemados en sus puntas y los frutales, en plena floración, están resecos en varias partes. Los vecinos creen que la actividad de la incineradora de Sogama y su liberación de gases procedentes de la quema de basuras llega hasta el centro geográfico de Galicia.