La presencia de peregrinos por tierras dezanas se está dejando notar de manera significativa desde días antes de la Semana Santa. La llegada de la primavera marca el punto de inicio de la temporada alta de afluencia de caminantes, si bien son los meses de mayo a septiembre los de mayor asistencia. Los propios albergues operativos en Deza ya constatan un incremento importante del número de devotos y aventureros en su camino hacia Santiago de Compostela aunque, como es lógico, en menor medida que en 2010, Año Santo.

Los caminantes disponen en la comarca dezana de cuatro albergues y un total de 129 plazas. Tanto el de A Laxe –en la parroquia lalinense de Bendoiro– como el de Castro Dozón cuentan con 28 camas cada uno, mientras que el de Medelo, en Silleda, tiene una capacidad mucho menor, para 8 personas. A estas instalaciones, incluidas en la red oficial del Xacobeo, se suma el único albergue privado de la zona, el de Santa Olaia, que gestiona la Fundación María Seoane Colmeiro desde hace dos años. La entidad aprovecha el antiguo edificio del colegio María Inmaculada donde residía la comunidad de monjas y el alumnado, para dar cobijo a los peregrinos. Ofrece un total de 65 camas distribuidas en tres plantas y abre del 1 de junio al 30 de septiembre, aunque está disponible el resto del año en caso de que lo reserve algún grupo.

"A los peregrinos, que vienen preparados para lo peor, les sorprende que sea tan grande, que las habituaciones sean individuales, y la intimidad que hay, por ejemplo, en las duchas, que tienen puerta. Salen reconfortados", comenta el director del centro educativo, Luis Eiré. Comodidades por las que cobran 8 euros, tres más que los albergues de la red de la Xunta, que fija para todos el mismo precio. El último Año Santo contabilizó casi 5.000 huéspedes, cifra que se rebajó a alrededor de 500 personas en 2011.

Las instalaciones de A Laxe, abiertas hace ocho años, cuenta con servicio de duchas, sala de descanso y lectura, cocina y lavadero, además de dos habitaciones, una con 18 camas y otra con ocho, de las que cuatro están adaptadas para minusválidos. "En Semana Santa estuvo completo de lunes a domingo, pero ahora volvió a bajar", reconoce Victoria Nóvoa, su responsable. Desde el de Dozón, Alberto Otero, comenta que "hay menos peregrinos que el año pasado". El albergue modular del que se encarga tiene cocina, comedor y duchas desde su apertura en 2007.

Más modesto es el inmueble de Medelo, en el que los peregrinos no pueden cocinar, aunque sí disponen de duchas y lavadero. En el último mes pernoctaron en él una quincena de usuarios. El hecho de estar desviado unos tres kilómetros del Camino de Santiago le resta afluencia de peregrinos. Por ello, la construcción del nuevo albergue previsto en A Bandeira, cuya apertura acumula un retraso de siete meses, es vital. "Los caminantes muchas veces llegan aquí y no tienen donde meterse. En A Bandeira el hotel es excesivamente caro para ellos", apunta Cristina Costa, la encargada del inmueble, que cerrará una vez que abra el nuevo edificio modular.

Mal señalización

La mala ubicación del edificio de Medelo no es la única queja de los peregrinos respecto al servicio en la comarca. Aunque Victoria Nóvoa defiende que "el Camino está bien preparado, aunque a veces el cansancio juega malas pasadas a la hora de orientarse", Cristina Costa asegura que los clientes "protestan bastante" por la mala señalización. Por lo demás, los viajeros se muestran satisfechos con el servicio. "El peregrino es muy agradecido", apunta Luis Eiré. Algunos incluso aprovechan para informarse de la oferta de turismo rural para, más tarde, volver con la familia.

En los días de mayor afluencia, cuando los albergues se desbordan, los concellos ofrecen alternativas de alojamiento, como el pabellón polideportivo de Lalín o el centro social de Dozón, este último con un precio de 3 euros por persona.

Extranjeros en invierno y "turismo barato" en estío

El perfil de caminantes que discurren por la Vía da Prata o Camino del Sudeste, como también se le conoce a esta ruta que atraviesa parte de la comarca de Deza es muy dispar, si bien la impresión general que manifiestan los responsables de los cuatro albergues de la zona es que en invierno proliferan visitantes de países europeos, más que españoles.

"Este mes es de los extranjeros", asegura Victoria Nóvoa, responsable del albergue de A Laxe. Apunta que la pasada semana se reunieron en sus instalaciones caminantes de Italia, Portugal, Dinamarca, Estados Unidos Alemania y, entre ellos, tan solo un gallego. Reconoce que, al no funcionar bajo reserva, "cada día es imprevisible". Tras la afluencia masiva durante la Semana Santa, ahora la llegada de peregrinos menos numerosa, con una media diaria de entre una y seis personas.

De la misma opinión en la trabajadora del albergue de Medelo, Cristina Costa: "Predomina más el peregrino extranjero, pero depende de la época del año. El español es del verano", asegura. Y es que parecen preferir la climatología del verano para hacer el Camino. Lo comprobó también el pasado año Luis Eiré, el director del colegio María Inmaculada de Silleda. El albergue de la Fundación María Seoane Colmeiro. "Abundaron ciclistas de la zona del Sur: Andalucía, Extremadura, Valencia...". Por el contrario, durante el 2010, Año Santo, "la mayor parte eran catalanes y valencianos", detalla.

También la concepción y la actitud a la hora de afrontar el Camino es diferente en una época y otra. "En verano la gente que llega no son peregrinos, es turismo barato", asegura Victoria Nóvoa, que reconoce que "los extranjeros son muy agradecidos", concluye.