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Juan Manuel Piñeiro: "La tragedia de Angrois te encogía el alma, aquello daba pánico"

"El accidente que más me afectó fue el de una niña de siete años que murió en Lantaño; mi hija mayor tenía entonces esa edad"

Piñeiro, tercero por la izquierda, en primera fila, junto a sus antiguos compañeros de trabajo. // Noé Parga

El 8 de julio fue un día especial para Juan Manuel Piñeiro Blanco. Fue su último día de trabajo y sus compañeros le rindieron un pequeño pero sentido homenaje en el helipuerto que el 061 ha habilitado en el polígono industrial de Baión. Piñeiro, como le conocen en el sector de las ambulancias, trabajó durante casi 20 años como técnico sanitario, por lo que por sus ambulancias pasaron miles de personas: hombres y mujeres que habían sufrido accidentes de tráfico, parturientas, infartados... Y últimamente pacientes que acudían a los hospitales en servicios programados, pues Piñeiro dejó las emergencias del 061 hace unos años.

-¿Qué ha sido lo mejor de su etapa laboral como conductor de ambulancias y técnico sanitario?

-Lo más bonito para mí era el trabajo. Para mí no era un trabajo, lo disfrutaba. Conoces a mucha gente, hablas con ellos, intentas ayudarles... Ese contacto con la gente me encantaba. Si no fuese por los problemas de espalda que tengo seguiría trabajando.

-¿Aún lo echa de menos, entonces?

-Sí, bastante. Me hubiese gustado aguantar hasta los 65, pero hay que ser realista, y cuando el cuerpo te dice basta hay que parar.

-Pasan mucho tiempo sentados, conduciendo. ¿Tiene secuelas físicas su trabajo?

-Sí, echar muchas horas sentado en un coche te acaba pasando factura en la espalda. Y también se cogen pesos. He tenido que bajar o subir a muchos pacientes en sillas de ruedas por las escaleras, y eso te va machacando poco a poco. Ahora a mí incluso me cuesta caminar en llano.

-Pasó de fabricar y vender quesos a domicilio a actuar en emergencias. ¿No le asustaba tener que enfrentarse a situaciones con personas muertas o heridas graves?

-No, cuando empecé, lo que me asustaba era no encontrar el sitio donde tenía que ir, tardar mucho en llegar.

-Usted estaba en casa cuando descarriló el tren en Angrois, y al enterarse llamó al 061 para ofrecerse voluntario y acudir a la tragedia. ¿Qué le pasaba por la cabeza cuando iba hacia Santiago?

-No pensaba en nada. Solo tiré para allá para echar una mano en lo que hiciese falta.

-¿Cómo describiría lo que vio?

-Aquello fue mucho, te encogía el alma. Y eso que no fui de los primeros en llegar, con lo que no vi algunas cosas que otros sí vieron. Aquello daba pánico.

-Muchos profesionales de emergencias sufrieron estrés postraumático tras actuar en el accidente del tren. ¿Le ocurrió a usted algo similar?

-No, a mí en ese sentido no. El accidente que a mí más me afectó fue el de una niña de siete años que murió en Lantaño. Mi hija mayor tenía entonces esa edad. Hacía poco que había entrado en el 061, y eso sí que se me grabó de por vida.

-Desde hace un tiempo existe en O Salnés el debate sobre si es necesaria una ambulancia medicalizada estable todo el año, o si llega con la dotación actual de asistenciales y la medicalizada de Sanxenxo en verano. ¿Qué opina usted?

-Que sí que haría falta una medicalizada todo el año por los habitantes que tiene la comarca y el volumen de emergencias que se producen aquí.

- Los traslados en ambulancia entre O Salnés y Pontevedra son muy frecuentes. ¿Qué tal están las comunicaciones por carretera entre la comarca arousana y la capital de provincia?

-Bien, por carretera ahora no hay problema. Lo que son matadores son los "lombos", esos reductores de velocidad que han puesto por todas partes. Los pacientes que van en la camilla con fracturas o traumatismos sufren muchísimo con ellos, y para los conductores también son muy dañinos. Hay otros sistemas mejores para controlar la velocidad.

-¿Hay quien no le cede el paso a las ambulancias cuando están en servicios de emergencias?

-Sí, hay, pero pienso, o quiero pensar, que es gente que no se entera de que lleva una ambulancia detrás, que igual va demasiado distraída o con la radio demasiado alta. No creo que nadie entorpezca voluntariamente el paso de una ambulancia. Yo veía conductores que hasta se me apartaban cuando me veían llegar con la de transporte programado.

-¿Cuál es la velocidad más alta a la que ha tenido que conducir en una emergencia?

-Las ambulancias tienen que respetar las normas de circulación. Lo que hacen para llegar antes a un lugar es solicitar el paso. Yo soy de los que piensan que no por correr más vas a llegar antes a un sitio. ¿Cuánto se puede adelantar de Vilagarcía a Pontevedra sin respetar los límites de velocidad? A lo mejor solo tres minutos.

-Habrá llevado a muchas mujeres a punto de dar a luz. ¿Alguna vez le tocó hacer de matrona?

-No, eso no me pasó nunca. Aunque sí que algunas mujeres rompieron aguas, y hubo casos en que el bebé nació nada más dejarlas en el hospital, pero que diesen a luz en la ambulancia, no, no me pasó.

-¿Cuáles son las cualidades que ha de tener un buen técnico sanitario?

-Cuando llegas a un accidente tienes que tener humanidad, empatía con las víctimas. Tienes que hacer tu trabajo, pero con sensibilidad. Saber cuando toca hablar, y cuando toca callar y escuchar.

-Sus compañeros contaban el día del homenaje que cuando tenían una duda de una dirección o una calle le llamaban a usted. Al final, ese temor que tenía a perderse era infundado.

-Le puse mucho empeño a eso, a aprender donde quedan los sitios, los nombres de los lugares y de las calles. Tenía una memoria muy retentiva para esas cosas.

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