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Reducir la contaminación de las aguas, principal objetivo de las jornadas sobre los fitosanitarios

Aepla propone mejoras en las máquinas sulfatadoras y crear barreras vegetales en los márgenes de los ríos próximos a viñedos

Asistentes a los cursos que impartió Aepla en Ribadumia. // Iñaki Abella

La protección de los cursos fluviales contra el uso de fitosanitarios centró uno de los capítulos básicos de las jornadas dirigidas a viticultores de O Salnés que la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (Aepla) cerró ayer en la Estación de Viticultura de Ribadumia.

La coordinadora del curso María del Carmen Márquez Madrid resume que el principal objetivo fue ofrecer claves para la protección de las aguas, en suma disminuir los índices de contaminación que irremediablemente provoca el uso de los productos contra las plagas.

Esta preocupación es lo que trata de mitigar precisamente el programa "Topps Prowadis" que financia la Asociación Europea para la Protección de los Cultivos (Ecpa) y que abarca siete países europeos, entre ellos España, Portugal, Grecia, Italia o Polonia.

La institución europea tiene como principal objetivo establecer un sistema práctico y eficiente para prevenir la contaminación de las aguas superficiales, un planteamiento que se desarrolla desde 2005, a través de un programa que se renovó el pasado año.

María del Carmen Márquez insiste en que es el agricultor el que tiene que estar formado para que dosifique los productos químicos de modo sostenible, o recurra a métodos muy económicos tales como cambiar la "boquilla" de una máquina para evitar la deriva al ambiente de estos tóxicos.

Pero también hay otras opciones que permiten disminuir considerablemente el gasto en productos fitosanitarios. De hecho basta con estar atentos a las previsiones meteorológicas para determinar cuál es el mejor momento para aplicar un plaguicida ya que la lluvoa lavaría la planta y, consecuentemente, arrastra todo el producto químico a la tierra y luego al agua tanto superficial como subterránea.

Solo con esa previsión, el viticultor podría ahorrarse una enorme cantidad de dinero al año pues los productos fitosanitarios tienen un precio elevado y en O Salnés se aplican entre doce y quince veces al año.

Cabe destacar que el gasto en estos productos que previenen enfermedades como el mildiu, el oidio o la botritis, entre otros, es muy considerable pues supera los seis millones de euros al año en la provincia de Pontevedra y más de seiscientos millones si se habla del conjunto de España.

Pero las oscilaciones son también enormes en función de la meteorología de un año concreto. Por poner un ejemplo, el año 2006, uno de los más lluviosos de la serie histórica y que se puede recordar por las tremendas inundaciones en pueblos de O Salnés, los agricultores de la provincia de Pontevedra gastaron casi ocho millones de euros en productos fitosanitarios, un millón y medio más que en 2015, último ejercicio del que se conocen los datos sobre este tipo de gasto.

Si a ello se le añade un uso racional de los productos, tanto con el uso de boquillas antideriva, como la aplicación correcta de los mismos, el agricultor podría ahorrar también una importante cantidad de dinero al año, como explicó el jefe de servicio de Medio Rural, Víctor Novo, en el transcurso de las jornadas que se han desarrollado en Ribadumia y en la finca que gestiona la cooperativa vitivinícola Martín Códax en Cambados.

El técnico de la Xunta estima que la aplicación de las dosis adecuadas de fitosanitarios podría implicar un ahorro de un 35% a los agricultores profesionales, un cálculo que consideran deberían de tener muy en consideración.

Pero además la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (Aepla) insiste en que esa racionalización también debe hacerse pensando en la protección de los sistemas fluviales.

Por ello, además de lo anterior, en el curso que desarrolló en Ribadumia también propone la construcción de barreras vegetales que frenen la escorrentía de productos fitosanitarios a los cauces fluviales.

María del Carmen Márquez propone la plantación de especies autóctonas de ribera que frenen la llegada de estos productos químicos al agua, es decir una medida que además de proteger esos espacios tendrían un coste bajo para la Administración.

Todos estos consejos son los que se pretenden ofrecer en los cursos de formación que el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente se propone impartir en todo el territorio español una vez que se elabore el nuevo Real Decreto que desarrolle las normas a seguir en esta materia.

Cabe señalar que la protección del medio acuícola es una de las principales preocupaciones de la Administración tanto a la hora de que es el principal recurso hídrico para el consumo humano como por la conservación de las especies piscícolas existentes. No se puede olvidar que ha habido numerosos episodios de mortandad de peces derivada precisamente de la alta toxicidad que llega al agua por el uso excesivo de productos fitosanitarios de uso agrario. Pero también el empleo racional de estos productos puede rebajar la contaminación aérea, que en ocasiones resulta especialmenteperjudicial para aves e insectos. Las abejas suelen ser las principales afectadas por el exceso de químicos en plantas.

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