A los vecinos de San Martiño de Meis se les ha acabado la paciencia. A mediados de abril pasado, un rayo cayó sobre el campanario de su iglesia durante una intensa tormenta eléctrica, y desde entonces el templo está cerrado. Dos meses y medio después, los vecinos quieren que la iglesia vuelva a estar abierta cuanto antes.

Así se lo ha hecho saber ayer una comisión vecinal al cura que atiende esta parroquia, Ramón Vázquez, después de que los vecinos celebrasen una reunión a media mañana delante de la propia iglesia. Acudieron unas 200 personas, pues había representantes de prácticamente todas las casas de la parroquia, y quedó patente el malestar por la demora en el arreglo del campanario.

Los afectados señalan que uno de los mayores inconvenientes se produce en el caso de los funerales, cuando las familias de los fallecidos tienen que desplazarse a otras localidades próximas, en unos momentos ya de por sí muy duros. Desde que el rayo cayó sobre el campanario del templo ya hubo que oficiar tres funerales fuera de San Martiño.

Además, los vecinos quieren que se arregle cuanto antes el campanario, y recuerdan de hecho que los tañidos de la campana son precisamente el mejor sistema que tienen para saber cuando ha fallecido un vecino. De hecho, afirman que hace apenas unos días murió uno que estaba ingresado en un centro de mayores de Ourense, "y alguna gente no se enteró de que había fallecido hasta poco antes del entierro", afirma un vecino de San Martiño.

Así las cosas, los residentes en esta parroquia de Meis han transmitido al cura su deseo de que agilice al máximo posible las obras de arreglo del campanario. "Lo que nosotros queremos es que se arregle el campanario para garantizar la seguridad y poder volver a utilizar la iglesia como antes. Si después hay que seguir gestionando para hacer una obra más grande, ya se verá con el tiempo", argumentan.

El cura era partidario de acometer una obra de reforma integral del campanario para evitar que el templo esté en obras dos veces distintas en poco tiempo, pero los feligreses consideran que esto significaría estar con la iglesia cerrada demasiado tiempo, y no están dispuestos a ello.