El pasado domingo se cumplieron tres años del asesinato de Miguel Ángel Paz Fernández, un vecino de A Illa que residía en la zona de A Pantrigueira, en Vilanova, y al que los responsables de su muerte sacaron de madrugada de su casa para dejar tirado en una cuneta tras asestarle varios golpes en la cabeza.

La ausencia de pruebas sobre la identidad de los asesinos llevó al juzgado de primera instancia e instrucción número 3 de Vilagarcía a archivar el caso hace unos meses, una decisión que la familia recurrió en primera instancia al considerar que existían indicios suficientes para continuar con la instrucción del caso.

El resultado tras este recurso fue el mismo, ya que la propuesta de la familia fue descartada por el juzgado al considerar que no había nuevos indicios que permitiesen la identificación de los responsables del asesinato de Miguel Paz Fernández.

La decisión ha vuelto a recurrirse en una instancia superior con el objetivo de que se continúe con las investigaciones que estaba realizando la Guardia Civil para arrojar luz sobre quienes fueron los responsables del trágico suceso.

Miguel Ángel Paz Fernández tenía 35 años aquel 10 de abril, día en el que un operario municipal descubría su cadáver en una zanja próxima a la nave que el Concello de Vilanova posee en la zona de A Pantrigueira, y a tan solo 300 metros de la vivienda que tenía en régimen de alquiler.

El operario alertó de forma inmediata a la Policía Local de Vilanova y a la Guardia Civil, cuyos agentes de la Policía Judicial se hicieron cargo de la investigación y recogieron las pruebas que estaban en el lugar del suceso para comenzar las pertinentes indagaciones. En el registro de la vivienda de A Pantrigueira, los agentes no encontraron el móvil de Miguel Ángel Paz ni la bicicleta con la que acostumbraba a moverse por Vilanova de Arousa.

La autopsia que se le realizó al cuerpo desveló que había sufrido una brutal paliza antes de fallecer de un fuerte golpe en el cráneo, provocado presumiblemente por un mazo, aunque el arma homicida nunca llegó a localizarse. Por la violencia empleada en su muerte, todo apunta a que participaron, al menos, dos personas, que habrían sacado de la casa de A Pantrigueira a Miguel Paz en la medianoche del 10 de abril.

En esa vivienda, donde llevaba residiendo varios meses, vivía con su pareja sentimental, con la que tenía un hijo de muy corta edad, y sobre el entorno de la mujer, de origen rumano, se centró la investigación que realizaron los agentes de la Guardia Civil. Sobre todo, resultó muy sospechosa la escasa colaboración que mostró en los interrogatorios para esclarecer el suceso. Las sospechas apuntaban a un grupo de personas extremadamente violentas de la misma nacionalidad que la mujer, aunque nunca se llegó a dar con su paradero.