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Vendió su medalla en Atlanta para comprar un televisor

Gertrudis, quinta por la izquierda de pie, con el bronce en Malasia.

A la vuelta de la participación en Atlanta, Gertrudis tomó la determinación de solicitar la baja del equipo nacional. Por aquel entonces era el trámite obligatorio para poder salir de Cuba y fichar por un equipo extranjero donde obtener los salarios que por talento le correspondían.

Hasta el año 1998 no pudo jugar de manera oficial. Fueron momentos duros en una Cuba muy castigada económicamente. Recuerda Gertrudis como se vio obligada a deshacerse de su recuerdo de la Olimpiada para comprar un televisor, "nos dieron una medalla conmemorativa por quedar en la sexta posición. Me ayudó a pagar una parte de aquella televisión".

Una compatriota que se había ido de Cuba años antes se convirtió en el contacto indispensable para poder saltar el charco. El Anadía fue el equipo que la acogió durante dos años antes de aceptar la oferta del Universitari de Barcelona. Pero aún recuerda cuando le llegó una amenaza de posibles represalias desde Cuba, "gente de la Federación me hizo llegar que estaba jugando en Portugal clandestinamente cuando yo había pasado los dos años de renuncia a la selección. Decían que me iban a hacer volver a Cuba y me pasé quince días llorando en Portugal hasta que al final se solucionó todo". Desde aquel entonces ya ha vuelto hasta en cuatro ocasiones a Cuba, "y sin ningún problema".

Tras jugar en Barcelona recaló en el Cortegada donde jugó cinco temporadas con un intervalo de un año en Burgos. Tenerife, Viladecans y el baloncesto ecuatoriano completaron su periplo profesional hasta su retirada.

Ahora enseña baloncesto con la intención de "inculcar todo lo bueno que me ha dado este deporte tan maravilloso".

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