El 7 de enero no es un día más en A Illa de Arousa. Quizá sea el único lugar en el que los Reyes Magos se convierten en ese día previo a la gran festividad popular. Y es que San Xulián es algo más que un patrón al uso. Se trata de la oportunidad de reivindicar el orgullo de ser de A Illa con una celebración que se disfruta con la intensidad intrínseca del municipio.

Hombres, mujeres, mayores, jóvenes... Nadie está exento a tomar parte de una jornada en la que la algarabía se pone en marcha de manera exponencial una vez que se terminan los oficios religiosos. Hacia el mediodía ya son muchos los vecinos que pasean por el casco urbano con sus mejores galas. No solo hay que pasárselo bien, sino que hay que hacerlo con ese toque de elegancia propio de las grandes ocasiones.

Bien es cierto que la lluvia condicionó un poco el tráfico en los bares. Tras ese pistoletazo de salida que supuso el término de la misa todavía no se atisbaba el ritmo de corbatas y vestidos de otros años. Pero todo se quedó en una sensación pasajera. A medida que pasaban las horas y la música empezaba a subir sus decibelios, fueron cientos de vecinos los que fueron juntándose al calor de los bares y sus refrigerios para empezar a aclarar sus gargantas para afrontar unas horas cargadas de melodías del cancionero popular.

Las guitarras, acordeones y trompetas se convertían en los instrumentos de las generaciones más talludas. A medida que descendía la media de edad entre las diferentes pandillas, los MP3 y las mesas de mezclas tomaban mayor protagonismo. Incluso se notaba el número de décadas en cada DNI en las bebidas elegidas para cada brindis.

Como no podía ser menos San Xulián se convierte también en el patrón de los piropos en A Illa. La elegancia de las mujeres no pasa desapercibida y tampoco faltan los que se arrancan a bailar alguna pieza antes de partir hacia los restaurantes. Allí, bajo riguroso orden de reserva, se da buena cuenta de menús en los que, como no podía ser menos, el pulpo es el ingrediente imprescindible y básico.

Son muchos los que dejan las mesas con la noche ya encima. Esa sobremesa del San Xulián bien merece la pena estirarla. Ya habrá tiempo para volver a los bares y empezar a calibrar las distintas tolerancias a los excesos festivos. Pero aún queda la noche, momento en el que las corbatas reflejan la energía de cada uno en la tensión de sus nudos. Hoy toca recuperar fuerzas.