El Consello Regulador de Rías Baixas ha confirmado a la Consellería de Medio Rural un crecimiento en la producción de uva de un 27,82 por ciento con respecto al pasado año, con lo que las previsiones apuntan ahora hacia los 31 millones de kilos, una cifra lígeramente inferior a las expectativas iniciales que hablaban de 35 millones.
En estos momentos ya se han introducido en bodega dos tercios de la uva, es decir unos veinte millones de kilos, y en lo que queda de semana se espera poner punto y final a este proceso que continuará con el de vinificación propiamente dicho.
Asimismo también queda por delante la retirada de los racimos del tinto de Barrantes, que suele dejarse para última hora con el fin de obtener el mejor grado de maduración.
Aunque la actual previsión está por debajo de los pronósticos iniciales, en Medio Rural se hace especial hincapié en la buena calidad de la uva de este campaña.
Los argumentos que expone Medio Rural radican en que las temperaturas fueron, en general, superiores a otras campañas lo que "provocó un adelanto en la maduración" al tiempo que destacan que las importantes oscilaciones térmicas entre el día y la noche "favorecieron la síntesis de compuestos aromáticos, que aportan complejidad e intensidad, a la vez que conserva la frescura de la uva". Agregan que "la falta de precipitaciones durante el ciclo de la vid favoreció un excelente estado fitosanitario de la uva, en el que disminuyó la cantidad de tratamientos necesarios".
Con todo, aunque la cosecha es excelente con una producción que se encuentra en segundo lugar respecto a la serie histórica, después de la de 2006, existen numerosas quejas de los viticultores por el bajo precio que han obtenido de sus cosechas.
Tal como denunció Unións Agrarias en FARO DE VIGO, las bodegas han bajado de forma considerable el valor de la uva por lo que muchos viticultores han vendido por debajo del euro el kilo, incluso por menos de ochenta céntimos.
Ángel Pazos, secretario xeral del sindicato agrario, critica que no se haya reunido la Mesa do Viño para establecer un precio mínimo, por lo que se favorecen situaciones que perjudican al pequeño viticultor frente a los productores.
Las previsiones iniciales sobre la cantidad de uva existente y el temor a que los racimos pudieran quedar en las parras por falta de demanda han precipitado muchas ventas por lo que los precios acordados son mucho más bajos de su valor.
Unións Agrarias se insiste en que pagar la uva a menos de un euro el kilo significa no pagar siquiera los costes de producción que deben soportar. Alertaban en este sentido de que son muchos los agricultores que tienen que poner dinero de su bolsillo para mantener las cepas.
