Las biotoxinas del género lipofílico, entre las que destacan la diarreica (DSP), mantienen cerradas la práctica totalidad de las bateas de mejillón de Galicia -hay 48 polígonos cerrados y solo tres abiertos-, al tiempo que impiden la extracción en muchos de la mitad de los bancos gallegos de infaunales -hay 17 cerrados y 18 abiertos-, es decir, los bivalvos que viven enterrados en el sustrato, como la almeja, berberecho, navaja y longueirón.

Esas mismas biotoxinas, en este caso la toxina amnésica (ASP), sigue presente en el agua para especies como la vieira, impidiendo así la reapertura de su campaña extractiva, que la flota de Cambados quería retomar a principios del mes que viene, pero que parece que tendrá que esperar.

La situación es muy complicada, puede decirse que casi desesperante, para muchas familias. Y las previsiones no son buenas, pues las actuales condiciones meteorológicas no ayudan a limpiar las rías.

Las lluvias y el actual régimen de vientos no permiten eliminar las células tóxicas presentes en el agua. Serían necesarios vientos del norte para favorecer la entrada de corrientes marinas que lleven al interior de las rías nuevos nutrientes, o lo que es lo mismo, corrientes cargadas de aportes fitoplanctónicos exentos de toxicidad que ayuden a empujar hacia el exterior las aguas ya "gastadas" y/o afectadas por DSP y ASP.

Pero hay que insistir en que esto no va a producirse a corto plazo, de ahí que los mejilloneros estén perdiendo la campaña de la conserva y de las exportaciones a Francia e Italia, lastrados tanto a causa de los cierres por biotoxinas marinas como debido a las pérdidas añadidas que acarrean los desprendimientos de producto, que si ahora son importantes porque el mejillón engordó considerablemente y ya no aguanta en las cuerdas, más graves serán cuando lleguen los temporales otoñales.

Todas estas preocupaciones o amenazas, a las que se suman los perjuicios causados por los sabotajes -corte de cuerdas cargadas de molusco que se van al fondo irremediablemente-, llevan al sector mitilicultor a pensar que también va a perder las ventas navideñas y, en consecuencia, que va a pasar "otro año en blanco".

Tampoco las tienen todas consigo los integrantes de la flota de Cambados que quería empezar en octubre a recoger vieira para reabastecer al mercado y, sobre todo, para hacerse con un stock suficiente para suministrar producto a medida que se aproxime la Navidad.

"Quizás tomemos nuevas muestras la semana que viene, pero de momento los niveles de toxina nos impiden iniciar la campaña y las condiciones meteorológicas no nos ayudan nada, por lo que solo cabe esperar a que esto mejore de manera natural", explica Ruperto Costa, el patrón mayor cambadés.

Y en tercer lugar los mariscadores de a pie y a flote ven como algunos de sus bancos marisqueros están cerrados también a causa de las biotoxinas, las cuales, si las cosas siguen como últimamente, incluso pueden interferir de manera preocupante en la campaña de libre marisqueo que comienza en octubre en la ría de Arousa con unas perspectivas pésimas, ya que el berberecho brilla por su ausencia y la mortandad de bivalvos es la tónica dominante en bancos como los de Os Lombos do Ulla.

Por ahora están cerradas, entre otras, dos de las tres zonas marisqueras de Muros-Noia, dos de las siete existentes en Arousa, las cinco de Pontevedra y tres de los cinco bancos de infaunales de la ría de Vigo.

Como puede verse, la extracción y comercialización de moluscos bivalvos atraviesa, quizás, uno de los peores momentos de su historia reciente en Galicia.

El corte de cuerdas merma en un 40% la producción

Algunos bateeiros aseguran que los sabotajes que sufren en sus parques de cultivo cuando la cuerdas son cortadas equivalen a pérdidas que pueden alcanzar el 40% de la producción anual. También explican que vigilar los parques de cultivo para que no sufran este tipo de "atentados" conlleva un desembolso de 100.000 euros al año. De este modo quieren denunciar la situación y solidarizarse con el edil vilanovés y bateeiro José Portas, que hace días acusó a algunos "trueleiros" de haber cortado las cuerdas a otros productores.