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Siete años de paulatina degradación

Construida en 1993, la hatchery de Punta Quilma abrió sus puertas con el objetivo de suministrar alevines de almeja a los bancos marisqueros del pósito de A Illa, que por aquel entonces presidía Ventura Rivas. Los cálculos que realizaban los técnicos apuntaban a que las instalaciones debían garantizar entre 40 y 60 millones de individuos para que sus instalaciones fuesen productivas, pero esas cifras nunca llegaron a alcanzarlas. Es más, en pocas ocasiones llegó a los tres millones de individuos, cifra mínima para unas instalaciones que suponían un desembolso para las arcas de la Cofradía de 120.000 euros anuales para su mantenimiento.

Estos datos llevaron a la Cofradía a cerrar las puertas de las instalaciones a principios de 2007, pero pocos meses después, el interés de biólogos por explotarlas volvió a abrir la posibilidad de recuperar las dependencias. Desde el mismo 2007 se han ido sucediendo las propuestas para explotar la hatchery, iniciativas siempre apoyadas por los patrones mayores (Benigno Chaves y Manuel Ángel Iglesias) pero todas ellas se encontraban con trabas por parte de la administración.

A principios de este mismo año volvió a surgir otra propuesta, encabezada por exalumnos del Igafa que consideraban que las instalaciones podían ser productivas y viables, siempre y cuando se realizasen una serie de mejoras. Iglesias y los interesados en la hatchery presionaron a la Consellería do Mar para conseguir todos los permisos que eran necesarios, algo que acabaron consiguiendo este mismo mes, lo que le permitirá volver a abrir sus puertas.

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