El parón que sufre la extracción de mejillón en prácticamente toda Galicia, provocado por el episodio tóxico que impide la comercialización del producto, hace que se intensifiquen trabajos como los de reparación y mantenimiento de los viveros flotantes, al igual que acciones propias del ciclo de cultivo que, derivadas o no de este paréntesis laboral, tienen ahora una presencia muy significativa en las rías, como sucede con el reparqueo y el desdoble.

Respecto a estas últimas actuaciones hay que incidir en que a veces es indispensable efectuar cambios de ubicación de mejillón entre bateas o introducirlo en sacos dentro del agua a la espera de que se depure de modo natural y pueda ser vendido. Esto es lo que se conoce como reparqueo.

A estas alturas del año, además, se efectúa -como se avanzaba hace unos días- una fase importante del desdoble, de tal modo que la semilla que hace unos seis meses se había colocado en las cuerdas rodeándola con una fina red biodegradable -es el encordado- se saca ahora del agua para redistribuir su peso, distribuyéndola en dos o tres cuerdas diferentes que vuelven al agua para que ese mejillón aún alevín o juvenil pueda seguir creciendo. Además, al repartir el peso se evita también que el molusco pueda desprenderse en caso de fuerte temporal.

Y junto a estas acciones aparecen, como queda dicho, las tareas de mantenimiento y reparación de viveros. En los últimos días, debido al parón existente en el sector, era fácil encontrar a numerosos productores afanados en la preparación de sus bateas, como también se observó en plena faena a las embarcaciones de empresas especializadas en la materia.

Juan Ordóñez, responsable de la firma Latero Primero S.L., que da también nombre a su barco -con puerto base en Rianxo-, es uno de los empresarios -también es bateeiro- que actualmente se dedican a reparar bateas.

Ordóñez sabe que las cosas "no están nada bien", pero como buen conocedor del sector también considera que un buen mantenimiento de los viveros es fundamental.

En su empresa, capaz de construir una batea en el agua, es decir, sin necesidad de trabajar en tierra firme y situándola exactamente en el lugar de fondeo que le corresponde, han comprobado que "a causa de la crisis se construyen cada vez menos bateas y lo que abunda, porque no queda más remedio, son las reparaciones".

Después de que efectuara labores de este tipo en los últimos días en la ría de Arousa, Juan Ordóñez resalta que "la gente trata de aguantar cada vez más tiempo con la batea que tiene, para evitar la construcción de las nuevas; el problema es que con la crisis cierran muchas empresas -las que compran el mejillón- y otras no pagan bien, por lo que los bateeiros tampoco cobran y nuestros clientes, los que nos contratan la reparación tampoco nos pagan como antes". Evidentemente si el productor tiene problemas para cobrar el molusco o ya no le resulta tan rentable como antes, tampoco se arriesga a comprar bateas nuevas y "regatea" más en la reparación de las existentes.

Lo que quiere decir el empresario rianxeiro es que "cada vez se tarda más tiempo en cobrar", y esto genera una espiral que dificulta todavía más la subsistencia de este sector que sigue estando considerado como uno de los motores económicos de Galicia, pero que quizás ya no sea la "gallina de los huevos de oro" que fue antaño.