A punto de concluir, este viernes, la segunda fase de las excavaciones en el Monte do Castro (Besomaño€Ribadumia), las conclusiones son cada vez más contundentes y cada palada de los arqueólogos reescribe una larga historia que se remonta al siglo V antes de Cristo, en plena Edad de Hierro, y que terminó de forma dramática pues un incendio provocado asoló todo el poblado unos setecientos años después.

La minuciosa exploración del recinto es siempre enigmática pues a cada momento se encuentra algo digno de mención. Van ya trece cabañas, una casa patio de enormes dimensiones y unas 17.000 piezas, entre cerámicas, ornamentos o armas blancas de la época.

Cuando ya están con los trabajos de consolidación de lo excavado, ayer por la mañana, en unos minutos, volvió a encontrarse otro anillo de bronce y una fíbula. El ritmo de localización de objetos es casi permanente, por lo que hacer el informe previo a la tercera fase de la excavación va a reportar horas de trabajo al director de la obra, Rafael Rodríguez, y al restaurador Xan Santos.

El presidente de la Diputación, Rafael Louzán, verdadero mentor del proyecto de rescate de este castro, ya anunció que el próximo año habrá una tercera fase de excavación, que previsiblemente comience a finales de enero o principios de febrero.

La idea es sacar a la luz lo que pudiera ser el área más importante del castro ribadumiense y que, por los indicios que se observan en la superficie, se encuentran en la croa del monte.

El propio Rafael Rodríguez tendrá que justificar este proyecto que puede deparar sorpresas, a pesar de que hace muchos años, la zona fue terreno de operaciones de una cantera de la localidad.

Se espera, de todos modos, que se conserven vestigios importantes a tenor de la infraestructura urbana excavada en la parte central del poblado. En las zonas altas de estos yacimientos solían situarse las casas del jerarca de la tribu, santuarios y otras edificaciones significativas.

Su importancia se infiere precisamente de la estructura que se observa en el actual área de trabajo, en el que además de la gigantesca casa€patio, salieron a relucir 13 cabañas, a la vez que un muro que fortificaba todo el recinto, de un metro de altura.

Además de ese cierre que estaba soterrado, sus antiguos pobladores se defendían con parapetos y fosos, perceptibles todavía hoy pese a que han pasado 2.500 años desde que fueron dibujados.

Ayer, el director de la segunda fase de la excavación, Rafael Rodríguez se mostraba especialmente satisfecho con haber encontrado recientemente la cabaña, quizás, más primitiva, aunque llevaban tiempo suponiendo que iba a aparecer "porque hemos encontrado muchos agujeros de poste".

Rodríguez explica que esta construcción es de forma semicircular, y en uno de sus extremos se observa todavía el hogar de arcilla, a modo de lareira.

La casa contaba con una cimentación, sobre la que se colocaban postes de madera, "con entramados vegetales que configuraban la pared y el techo".

Pasado el tiempo, esta cabaña quedó desfasada y se construye una nueva a escasos centímetros de esta y de forma oblonga u ovalada. Eso sería alrededor de los siglos II o III a.de C.

Luego llega ya la era de la "petrificación", es decir cuando los pobladores empiezan a usar la piedra para realizar construcciones más complejas, que son las que se conservan más próximas a la superficie.

El mejor ejemplo de esta tercera fase es la casa €patio que se halla en la parte más alta de la actual excavación, cuyas dependencias giran en torno a un dormitorio central en forma de cabaña circular. Esta construcción cuenta con varias dependencias alrededor del dormitorio, pues dispone incluso de un habitáculo para cocina. Pero sobre todo se configura con varias salas de almacén y un patio que a la vez serviría de corral pero que solía tener múltiples usos.

Las excavaciones en Ribadumia empezaron el pasado mes de marzo con el fin de poner en valor un lugar del que se tenía conocimiento desde tiempos inmemoriales con referencia al poblado "dos mouros".

El presidente de la Diputación, Rafael Rodríguez, originario de Ribadumia, era consciente de la importancia que podía tener el lugar y por eso aprovechó el proyecto europeo de las "pousadas" para promover la excavación, a sabiendas de que iban a aparecer resultados en poco tiempo.

Ahora es un asiduo visitante de la excavación que espera convertir en una zona prehistórica de referencia.

Y es que todavía queda mucha parcela por excavar, la mayor parte en el área que se supone más privilegiada, es decir, la parte superior del monte.

Los indicios han quedado claros muy pronto, pues la roca que corona el otero no parece situada allí por simple casualidad natural. Los vecinos recuerdan que tenía escaleras y una especie de pilón de agua. Pero los observadores del cielo recomiendan ver la puesta de sol entre los días 23 y 25 próximos.