Mariano Rajoy no está dispuesto a dejar un hueso sin roer, porque en época preelectoral toda la sustancia alimenta el voto. En esta legislatura José Luis Rodríguez Zapatero ha dejado demasiados huecos para que no sean ocupados. Tiene el presidente la suerte de que el PP, con su radicalidad, le permite utilizar el espanto que promueven en el centro izquierda las posiciones del partido conservador español. Pero los vacíos dejados por el Gobierno socialista le permiten a Rajoy agitar las pasiones.

No hay un consenso básico sobre España ni siquiera en la denominación de lo que es. Los nacionalistas emplean el eufemismo de "estado" que es la articulación institucional de la nación. Si hay quien no quiere hablar de España ¿cómo normalizar sus símbolos? Los españoles empleamos la bandera española de tapadillo sencillamente porque no hemos interiorizado que la España constitucional no es responsable de los horrores de nuestra historia; es, sencillamente, una herencia que debemos amortizar, colocar en un estante que sea cómodo para todos y mirar al futuro para construir la primera España moderna de nuestra historia. Y esa España en formación necesita dosis sosegadas de patriotismo que tiene que estar anclado, como mínimo, en el mismo respeto de los nacionalistas periféricos que nosotros tenemos por cada uno de los pedazos que componen España.

Pretender contraponer Cataluña o Euskadi a España es un dislate que no se sostiene ni desde la historia ni desde la constitucionalidad de nuestra forma de Estado. Los catalanes y los vascos tienen más fácil su deslealtad porque, mientras cualquier español siente como suyo cualquier rincón de España -incluidas claro está Cataluña y Euskadi-, ellos abominan de lo español pretendiendo que les es ajeno, en una miopía que no les alcanza a entender que su condición de catalanes o vascos es imposible sin España. Todo porque nadie hace la cuenta de la imposibilidad de la independencia por mero instinto de supervivencia de quien no sería casi nada sin España.

Zapatero anda enredado en en soñaciones mayores de planes de paz, campeones energéticos que al final han sido italianos, memorias históricas, pactados sus retazos a última hora, guerras mediáticas... Se ha quedado, incluso, sin bandera para una España que no es capaz de formular. Para mí que Zapatero ni siquiera sabe lo que quiere.