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Joaquín Rábago.

360 grados

Joaquín Rábago

El cliente espiado

La comodidad tiene un precio muy alto

El gigante del comercio electrónico Amazon, cuyo fundador es ya el hombre más rico del mundo, ha encontrado un nuevo sector con el que ampliar su negocio: el de los supermercados.

El pasado junio, Amazon compró la cadena estadounidense de supermercados ecológicos Whole Foods por 13.400 millones de dólares, el precio más alto pagado por su dueño, Jeff Bezos, por otra empresa.

Whole Foods tiene ya sucursales en Europa y parece interesada en la adquisición de varios grupos de distribución comercial como los franceses Intermarché, Monoprix o Système U.

Al mismo tiempo quiere abrir su propia cadena de supermercados Amazon Go tanto en Estados Unidos como en varios países europeos, entre ellos Francia y el Reino Unido.

El potencial cliente de Amazon Go, cuyo proyecto piloto se inauguró el año pasado en Seattle (costa Oeste de EE UU), ha de tener ya un perfil en la empresa para poder descargar una aplicación específica. En cuanto entre en un supermercado de la cadena, aquel se identificará con su teléfono inteligente para hacer su compra, que seguirá un proceso totalmente automático, pago incluido, lo que convierte en redundantes a los cajeros de carne y hueso.

Las cámaras instaladas en la tienda registrarán todos los movimientos del cliente, que solo tendrá que colocar los productos deseados en el cesto antes de abandonar tranquilamente el establecimiento: el pago se realizará de forma automática.

El carrito de supermercado del futuro llevará una pantalla y un pequeño ordenador que escaneará al cliente y seguirá todos sus pasos, incluso mostrándole el camino más corto hacia el producto que desee o recomendándole otros según sus hábitos o gustos.

En el momento en que aquel coja la mercancía, quedará registrado el precio correspondiente para que, al final del recorrido, el cliente abone el importe de la compra gracias a una aplicación de su teléfono móvil. Los responsables de la protección de datos se preguntan, sin embargo, si lo que pretende Amazon y encontrará sin duda imitadores en otras cadenas de supermercados es compatible con la legislación europea al respecto.

Sobre todo porque al registrar todo lo que compra, el espía electrónico podrá hacer importantes deducciones, valiosas para un tipo de publicidad personalizada, no solo sobre los gustos, sino también sobre el nivel de renta del cliente, su educación, su estatus social e incluso su salud.

Nuestra comodidad tiene un precio muy alto.

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