Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

No se quieren enterar

El segundo mayor anunciante del mundo amenaza con dejar Google y Facebook

Facebook y Google no se enteran. O no se quieren enterar. Dominan el mundo digital con una fuerza tan grande que convierten en pequeños tenderos a las grandes multinacionales que dominaban el mundo hasta hace un par de décadas. Por eso no tienen ningún incentivo para agradar a sus clientes. O tomas lo que ellos ofrecen o te quedas fuera.

Pero todo puede cambiar. Hasta los mayores colosos pueden caer si no cuidan a su clientela. Y ni Facebook ni Google ni el resto de tecnológicas similares lo hacen. En principio, deberían actuar como grandes agencias de publicidad que reciben los encargos de las empresas y los distribuyen a los consumidores. Pero la realidad es muy diferente.

Una agencia de publicidad sabe que la imagen de una empresa lo es todo. Puedes ofrecer el mejor producto del mercado con el precio más barato, pero te irás a la ruina si nadie sabe que existes. Lo mismo ocurrirá si tus potenciales clientes te asocian con cosas negativas. Por eso es tan importante la publicidad, la buena publicidad. Y por eso desde los orígenes del capitalismo todos los emprendedores, grandes, pequeños y medianos, quieren unir sus mercancías con modelos de éxito. Si los consumidores creen que los reyes solo consumen lo mejor, lo ideal es que crean que eres proveedor de la casa real. Si el modelo, como pasa ahora, son los grandes deportistas o los actores famosos, son ellos quienes deben anunciar tus productos.

Las grandes multinacionales tecnológicas saben tus gustos, conocen que modelo de zapatillas estás buscando o que viaje preparas para el verano. Y te mandan publicidad de acuerdo con esas preferencias. En teoría, algo perfecto para las empresas. Pero al final nada es como prometen. Intentas que se vea tu producto como algo único que consumen personas de éxito y tu anuncio acaba en una web de esas que solo publican vídeos de serpientes que se comen elefantes y cosas estúpidas del mismo estilo. Y eso en el mejor de los casos. Porque tu empresa que organiza bodas puede acabar anunciándose en una web de contactos.

Eso que todo el mundo sabía, o al menos intuía, empieza a saltar por los aires con la elección de Donald Trump. El mundo empezó a ser consciente de que las "fake news", las noticias falsas, eran algo más que estupideces que veían en la web para reírte un rato. Hay gente que se lo cree, y mucha, como se vio también en el referéndum del "Brexit" o en la campaña de los independentistas catalanes. Y también hay gente detrás que las lanza para manipular las opiniones públicas.

Y si nadie quiere que la imagen de su empresa se asocie a cosas cutres o pornos, menos a mentiras organizadas por dictaduras orientales para crear inestabilidad en las democracias occidentales. Unilever, la segunda mayor anunciante del mundo con un gasto en publicidad de cerca de 8.000 millones de euros anuales, propietaria de marcas como Frigo, Knorr o Rexona, lo sabe. Y acaba a mandar un claro mensaje a Google, Facebook, YouTube o Twitter. O acaban con las noticias falsas o perderán su negocio.

Unilever aseguró que "no invertirá en plataformas o entornos que no protegen a nuestros hijos o que crean división en la sociedad y promueven indignación u odio". La multinacional entiende que no puede "continuar apuntalando una cadena de suministro digital que a veces es un poco mejor que un pantano en términos de transparencia".

Y es que ninguna de esas plataformas da la cara por las noticias que publica. Les da igual ocho que ochenta con tal de que les garantice clics. Al contrario que los "viejos" medios de comunicación que, en papel o en internet, dan fe de lo que publican. Podrán equivocarse, podrán contar las cosas desde un punto de vista que el lector considere más o menos afortunado, pero siempre están ahí para defender lo que publican. O para rectificar en el caso de que hayan cometido un error. Lo mismo que la empresa que se anuncia. Sometidas todos los días al juicio de sus clientes.

Si las tecnológicas quieren dar noticias, deberían seguir las mismas normas y tener los mismos controles que los medios de comunicación. Si quieren ser agencias de publicidad, tendrían que dar un buen servicio a sus anunciantes, publicar sus mensajes en medios de la misma calidad que el producto que ofrecen y dejar de hacerlo en pasquines repletos de "noticias falsas" y mensajes de odio.

Compartir el artículo

stats