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la mirada

El lenguaje no es inocente

Las palabras no son inocentes, los políticos las eligen cuidadosamente para que cale uno u otro mensaje

| Hijo pródigo . El copago es repago, elevar la carga fiscal es subir los impuestos, la desaceleración es la crisis económica de toda la vida, la moderación salarial significa una subida de sueldos, el crecimiento negativo de un sector son las pérdidas de negocio, inyectar liquidez a la banca es dar dinero público a los bancos, el reajuste de personal son despidos, los daños colaterales en una guerra son los civiles muertos en la contienda, la limpieza étnica es genocidio y el cambio climático era el calentamiento global hasta que Bush cambió la denominación por una más light que justificase la no toma inmediata de medidas. Las palabras no son inocentes. Los políticos las eligen cuidadosamente para que cale uno u otro mensaje. ¿A qué asusta más si nos hablan de calentamiento global que de cambio climático? ¿A qué somos más conscientes de la gravedad de la situación económica si nos hablan de despidos y crisis que no de ajustes de personal y desaceleración? ¿A qué indigna más que regalen dinero a la banca que darle liquidez? El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, primero anunció una quita o condonación de la deuda autonómica. La verdad es que él no utilizó ninguno de los conceptos, pero los periodistas pusieron en claro su mensaje. Quita, según la RAE, es la "remisión o liberación que de la deuda o parte de ella hace el acreedor al deudor". Condonación es "perdonar o remitir una deuda". Como las comunidades cumplidoras se llevaron las manos a la cabeza, parecía que el ministro daba marcha atrás ante al agravio comparativo que suponía para las autonomías que se apretaron el cinturón en la época de las vacas flacas, a costa de recortar en gasto social e inversiones. Se ofició el desagravio a las comunidades que como la gallega en plena crisis acataron las órdenes de ajuste de Bruselas y Madrid, y en una reunión de la plana mayor del PP se les dijo que Montoro se guardaba el conejo en la chistera. Ahora el término adecuado es "reestructuración de la deuda", que es un proceso mediante el cual se modifican los términos de un compromiso financiero, usualmente el plazo y la tasa de interés. Incluso Montoro ha apuntado que se le podrían perdonar a las comunidades los intereses de la deuda, porque "el Estado no tiene ningún interés en financiarse con la deuda de las comunidades autonómas". Explicó: "Más bien al contrario, lo que hay que hacer es disponer de esta relación de deuda entre Estado y comunidades autónomas para facilitar la financiación de nuestra comunidades". ¿Y no sigue perdiendo Galicia, si a ella se le condonan los intereses de 4.714 millones de euros, mientras Cataluña se olvida de pagar a tocateja los intereses de 53.005 millones o Valencia, los de 35.827 millones? ¿O a la Xunta le van a poner a cero los intereses de los préstamos que pidió a los bancos mientras otras comunidades acudían al FLA (Fondo de Liquidez Autonómica), y ella no lo hacía para no perder autonomía financiera?Pero aún puede ser peor. La Vanguardia esta semana contaba que Montoro estudia convertir en perpetua parte de la deuda de las autonomías, es decir, sin obligación de devolución ni vencimientos. Dicho de otro modo, el Estado no cobrará, y ellas no pagarán. ¿Si a usted el banco le dice que la mitad de la hipoteca no la tiene que pagar no llamará a sus amigos para contar la buena nueva de que le han regalado o perdonado parte del crédito?¿Está Galicia segura de que con la ahora llamada reestructuración de la deuda no saldrá agraviada? ¿Esta convencida la Xunta de que "no se van a premiar conductas irresponsables"? Hay que permaner vigilantes, no vaya a ser que al final Montoro nos dé gato por liebre. Y reestructurar la deuda sea condonar la deuda, pero nos lo disfracen para que no se sientan ofendidos quienes cumplieron a rajatabla las órdenes de ajuste y austeridad.

| Hijo pródigo . El Comité Federal del PSOE aprobó ayer por unanimidad y sin abstenciones, aunque con ausencias sonadas como la de los presidentes de Andalucía, Aragón y Castilla-La Mancha, el nuevo modelo de partido, al dar el visto bueno a un reglamento que da más poder al secretario general y a la militancia, y menos a los órganos intermedios de dirección. Pedro Sánchez defendió ayer que un partido cercano a sus bases está también más próximo a su electorado. El secretario general del PSOE elogió a la militancia de su partido como "la vanguardia de la sociedad" y presumió de que el PSOE se convierte en "el partido más democrático, participativo y paritario del país". Hasta dónde llega la apuesta real por dar más poder de decisión a las bases socialistas se comprobará cuando arranque el proceso de elección de cabezas de cartel y se ratificará cuando tras las elecciones municipales se cuente con ellas, o no, para decidir las alianzas. La nueva norma establece que los candidatos a alcaldes y presidentes de comunidades serán elegidos por los militantes, pero las primarias podrán ser suspendidas "si las circunstancias políticas lo aconsejan o el interés general del partido lo exija". También fija que los afiliados decidirán los pactos municipales o el sentido del voto en las sesiones de investidura, pero solo si la dirección del partido lo autoriza. Igual que en los contratos hay que leer la letra pequeña, en las normas de un partido, lo más importante son las excepcionalidades, porque en aras del bien común todo puede convertirse en excepcional. ¿Se arriesgará el PSdeG, tras los comicios locales, a dejar en manos de la militancia de cada ciudad que el PP gobierne o se quede en la oposición? ¿No sería mejor un pacto global a nivel autonómico? Imaginen que se repite un resulado electoral similar al de 2015, y en A Coruña la militancia decide apoyar a la Marea Atlántica y a 70 kilómetros dar el Gobierno al PP y rechazar el proyecto de Compostela Aberta. Antes de llegar a ese momento, el PSdeG debe elegir candidatos, y en algunas ciudades su situación es tan delicada, que las primarias pueden ahondar en la división, pero una vez prometidas las primarias, ¡a ver quién da marcha atrás!

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