En estos días pasados hemos tenido la oportunidad de celebrar las fiestas de la Sagrada Familia y el nombre de María Madre.

La familia es de las pocas cosas serias que uno tiene en esta vida. En el mundo anglosajón, a partir de los 18 años, los hijos se van y da la impresión de que los padres eluden toda responsabilidad.

En el mundo antiguo, y sobre todo el hebreo, las personas eran definidas porque pertenecían a una determinada tribu o familia.

Nosotros, aunque no es lo mismo que cuando yo era un adolescente, la Navidad es la época en que todos volvemos a nuestras casas y nos vemos con toda la familia.

La verdad que en la cena de fin de año, al poder abrazar a mi mujer, a mis hijos, hermanos y sobrinos, algunos de ellos fuera de España, a uno se le hinchan los pulmones de aire fresco y carga batería para el resto del año.

Para algunas personas el día de año viejo es un día lleno de nostalgias y de ausencias, y es normal. Yo recuerdo cuando perdí a mi madre a los 17 años y aquellas Navidades y fin de año fueron muy tristes. Pero mis hermanos mayores me animaban diciendo que mi madre estaba acogida en el hogar de nuestro Padre Dios y que nos había dejado un ejemplo de generosidad y valentía que debían de convertirse en el norte de nuestras vidas.

El día 1 de enero, aparte de ser el santo de las Manuelas y de los Manueles, es el día de María Madre de Dios, es el día de las madres. Hace treinta y tres años que mi mujer ha dejado de ser madre, pero tuve la oportunidad de vivir lo que es ser madre con motivo del bautizo de mi 29 nieto en la iglesia parroquial de Redondela. Mi hija Astrid estuvo con tal motivo en nuestra casa con mi nieto Jaime.

Con razón queremos tanto a nuestras madres. Cada dos o tres horas hay que amamantar al recién nacido y las mamás están en una continua duermevela. El cariño y la ternura de las mamás enternecen al más pintado. Donde haya una madre inteligente y buena, la familia nace sana y ganadora.

Hay madres maravillosas que no han podido tener hijos y los son realmente por el cariño, ternura y sacrificio con los nuevos hijos que han llegado con muy escasos años.

El papel del padre es importante, pero si es inteligente debe de no estorbar al papel insustituible de la madre.

La familia es muy importante y uno se siente más seguro al pertenecer a determinado clan, pero para mantenerlo unido hay que cumplir tres condiciones indispensables.

Primero, ser tolerante admitiendo que los que pertenecen a nuestro clan no deben necesariamente pertenecer a tu partido político o no practicar tu misma religión.

Segundo, ser generoso ayudando a los miembros de tu familia cuando te pidan ayuda.

Tercero, no consentir que en su ausencia se hable mal o murmuren de cualquier miembro del clan. Disculpándolo con la frase del señor en el Evangelio: el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. El sentidiño nos hará fuertes y seguros para poder seguir caminando.

*Miembro del Club 55