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Matías Vallés.

Al Azar

Matías Vallés

Date por ofendido

La pregunta que va a dirimir si perteneces al gremio de las personas de mérito es "¿cuándo te han ofendido por última vez?" Si no tienes por costumbre alarmarte a cada alusión, o deducir erróneamente que eres el destinatario de las agresiones indefinidas, pasarás por un individuo insolidario. Hay algo peor que ofender, y es no sentirse ofendido. La sindicación de los agravios ha convertido a la actualidad en una procesión de víctimas, que relatan las agresiones teóricas que han padecido con la delectación reservada antaño para presumir de un rosario de enfermedades.

La hipersensibilidad ha sucedido a la lógica en la evolución darwiniana. No hay que cargarse de razones, sino de ofensas. La condición de ileso, que gracias a la ciencia abarca a la mayoría de seres humanos occidentales, se considera hoy una maldición. Hay que apuntarse a toda prisa a un colectivo desfavorecido, incorporarse a una discriminación. Una vez reforzada la etiqueta de agraviado en el rebaño correspondiente, ya se podrá aporrear en masa al desgraciado que se haya asomado a las tentaciones de la ironía. La ambición secreta de todo ofendido es el linchamiento de quien se atreva a insertar un gramo de diversidad en la aburrida peripecia humana.

La ofensa perpetua es el camino más corto hacia la unanimidad, necesaria para el aplastamiento del disidente en la versión moderna de la caza de brujas. Sin ánimo de ofender a nadie, me embarga una cierta nostalgia de los tiempos en que los periodistas herederos de Karl Kraus se alineaban sistemáticamente con las minorías. Este análisis no pretende restar méritos a los profesionales de la ofensa recibida, mucho más combativos que sus ofensores. Viven continuamente al acecho de un desliz verbal, de una incontinencia del vecino. Se han de colocar bajo paraguas democráticos que desprecian, con tal de disponer de una coartada para su agravio. Sufren más en la persecución de una ofensa de entidad que por el contenido del dardo.Me atrevo a simplificar su labor. Date por ofendido, con la intensidad que requieras para disfrutarlo.

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