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La semana de A Ferrería

El Pazo de Lourizán

El emblemático Pazo de Lourizán está en ruinas ante la desidia de la Xunta y la Diputación, administraciones de distinto color político que son incapaces de ponerse de acuerdo en la conservación de este histórico e importante recinto por lo que representa para la ciudad, para la comarca y para Galicia.

El inmueble, propiedad de la institución provincial y cedido a la Xunta en la década de los años 90 y hasta 2021, presenta tal deterioro que urge una inversión estimada por los técnicos en algo más de 14 millones de euros.

La administración autonómica, que prometió en su día convertir la Granxa de Montero Ríos en sede del Parque Nacional Illas Atlánticas y después en un gran centro medioambiental de Galicia, acabó dejándolo abandonado. Ante su estado deplorable, su alternativa es cederle el uso a Ence para que, a cambio, la empresa pastera invierta en la mejora del inmueble cinco millones de euros para lo que sería su sede de laboratorio de investigación forestal. La respuesta de la Diputación ha sido un rechazo desde el primer momento a esta cesión al entender que se hipotecaría el uso de estas instalaciones. Y en esa estamos.

Y mientras tanto, y sin que haya negociación alguna, los inviernos pasan y el estado del edificio, catalogado en el Patrimonio Cultural de Galicia, empeora hasta el punto de estar al borde del derrumbe, para vergüenza de todos.

El convenio firmado en su día entre Diputación y Xunta se debe a la existencia del Centro de Investigaciones Forestales y Ambientales de Lourizán, que se encuentra en el propio recinto del pazo. Pontevedra está considerada como la capital forestal de Europa, no solo por su superficie forestal, si no por las importantes industrias y centros de investigación existentes, desde el citado anteriormente, a la Estación Fitopatolóxica do Areeiro o la Misión Biológica, todos ellos de gran prestigio.

A pesar de todo esto, los políticos de uno y otro bando siguen más pendientes de sus liortas que de salvar esta joya arquitectónica y paisajística, que cuenta con 54 hectáreas de jardines con especies exóticas y centenarias.

Y eso dice muy poco de nuestros representantes políticos, porque si algún día este inmueble se viene abajo a los pontevedreses no les valdrán sus reproches mutuos, porque todos ellos serán culpables de hacer perder a la ciudad parte de su historia y el encanto de un recinto que nos enamoró desde el primer día que lo visitamos. Todo un despropósito sin justificación alguna.

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