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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El laberinto

Así pues, si alguien dudaba de que en el PSdeG-PSOE los congresos provinciales se iban a transformar en duelos a cara de perro, no tiene más que repasar el panorama actual para comprobar que aquel pronóstico se puede quedar corto. Y más aún si la nueva dirección, en su declarada intención de ir descentralizando la estructura y dar protagonismo nuevo a las comarcas -lo que presupondría, quizá, otros congresos, además de los locales- quizá sumerja a la organización en algo parecido al patio de Monipodio, donde no se distinga a vecino y visitante.

La descripción del actual proceso provincial podría considerarse también como un intrincado laberinto en el que acaso acaben perdidos no pocos de sus transeúntes. Seis listas en A Coruña, otras tantas en Lugo y cuatro en Ourense -aparte de la de Pontevedra, en la que solo hay dos pero con un esquema peor, porque se trata de una guerra faniliar en lo político y en lo personal, que son las peores- y varias de ellas unidas por la misma fe pero separadas por devociones distintas y ambiciones diferentes son una hiperdemocracia que no necesitará profeta alguno que anuncie conflictos a plazos corto y medio.

Es verdad que los hay más optimistas, que creen que muerto el perro -con perdón; sería mejor decir elegido el mandamás- se acabó la rabia, pero la experiencia demuestra que en este tipo de citas se cumple inexorablemnte la norma según la cual el que gana manda, y el que pierde, requiescat, lo que ha dado lugar a escisiones en los partidos o trasvases individuales de un grupo a otro, hábito que, resumido, se define como el prólogo de desastres electorales y desestabilización posterior. Porque con tantas listas solo puede ganar una y lo demás es un gran sindicato del cabreo.

Eso, dicho con todo respeto para sus protagonistas, es lo que le puede pasar al PSdeG en un futuro más o menos largo. Y si le ocurre al socialismo gallego, nada tendría de extraño que genere consecuencias, al menos en gran parte, a la fuerza que casi siempre en la oposición ha marcado, con diferentes grados de radicalismo verbal, una cierta sensatez en el ejercicio de la política gallega. Una sensatez que probablemente hace hoy más falta que ayer pero menos que mañana, sobre todo si se cumplen algunos anuncios de retirada y unos cuantos sondeos sobre sus efectos.

Es por eso por lo que, siempre desde el punto de vista particular de quien lo expone, procede reclamar de todas las familias del PSdeG que, ejerciendo su libertad de presentarse y defender sus ideas y también que la variedad es una riqueza democrática, que se abandone, por el bien de Galicia, la vieja costumbre de proceder, tras las elecciones internas, a constituir dos compartimentos estancos: los triunfadores y la oposición. Porque con eso no se va más que a la derrota electoral y al perjuicio de este antiguo Reino.

¿O no...?

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