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Timbales de guerra y paz

En un reciente viaje por los Países Bálticos, en la famosa iglesia de San Pedro y San Pablo, en Vilnius, capital de Lituania, me llamó la atención que en un altar lateral, se encontraban expuestos al público dos enormes timbales del siglo XVIII. El tamaño de cada uno superaba el metro de diámetro. Tenía unos soportes gruesos de hierro y sobre el cuerpo cilíndrico de cobre, una vieja y tensa piel, sujeta por grandes tuercas laterales (llaves) que servían para tensarla. Preguntada la guía por el significado de tan espectaculares instrumentos, nos comentó que habían pertenecido al ejército lituano y eran usados en las batallas con una doble finalidad: instrumento musical y caldera para hacer el rancho a los soldados. Dado su gran tamaño, eran transportados a caballo, se utilizaban en la batalla con fines bélicos, para dar órdenes, marcar el paso... y, una vez en el campamento, para hacer la comida de la tropa. Eran desmontables y se utilizaban como instrumentos musicales de guerra y también de cocina. Se convertían en enormes perolas de bronce, que en su exterior, al igual que las calderas del pulpo, tenían un color rojizo, recuerdo de las llamas y del fuego.

En la actualidad, cuando se habla de timbales, se entienden siempre como instrumentos musicales de fiesta y de paz. Su función militar ha desaparecido y, a lo largo del siglo XX, se han convertido en sofisticados instrumentos de percusión, que no pueden faltar en ninguna agrupación musical que se precie. Son instrumentos insustituibles. A Silleda, en concreto, a la Banda de Música Municipal, llegaron exactamente en el año 1949, siendo una de las primeras bandas populares gallegas en disponer de los novedosos instrumentos.

Haciendo un poco de historia, se puede afirmar que un timbal es un instrumento de percusión, formado por un caldero de cobre, cubierto por una membrana y que se apoya en soportes verticales. Produce sonidos más o menos graves, en función de la tensión de la membrana y se toca golpeando con dos baquetas, llamadas baquetas de timbal. Estos instrumentos, que reciben los nombres de timbal, tímpano o tambor de caldera, son originarios del mundo árabe y hebreo. Allí fueron usados en rituales oficiales, ceremonias religiosas y también en el campo de batalla. A lo largo de la Edad Media, fueron introducidos en Europa occidental y fueron usados, además, con fines rituales en la Corte y en la Iglesia.

En los inicios, estos tambores de caldera eran de pequeño tamaño, tenían forma de un cazo de cobre sobre el cual se extendía un "parche" o membrana de cuero, se usaban a pares y se colocaban atados a la cintura del músico, lo que le permitía andar, a pie o en caballo, y tocar a la vez. Fueron utilizados en los campos de batalla, junto con las fanfarrias y otros instrumentos de percusión y viento, para marcar el paso, intimidar con sus estruendosos sones al enemigo o dar señales a los soldados. Su uso militar, como arma emocional e intimidatoria, se prolongó hasta principios del XIX, pasando a integrarse en las orquestas sinfónicas y en las grandes bandas militares y civiles.

Se suele afirmar, que los timbales son los instrumentos musicales que menos cambios sufrieron. Sin embargo, conviene recordar que, además de mejoras técnicas y mecánicas, sufrieron un cambio fundamental: el tamaño. Los primeros timbales que llegaron a Europa, eran de reducidas dimensiones en comparación con los actuales. Se sabe que en su uso militar, estos eran cargados en caballos o camellos para, junto con las trompetas, ser utilizados para las señales en el campo de batalla. Hacia mediados del S.XV aparecieron los grandes timbales procedentes de Hungría y rápidamente se convirtieron también en instrumento palaciego o de Corte, gozando los timbaleros de numerosos privilegios por parte de los Reyes o Nobles. Todavía hoy, en las orquestas y bandas, el timbalero mayor es una persona muy respetada, por la importancia de dicho instrumento. A finales del siglo XVII fue introducido como un instrumento de orquesta y, en 1692, en el estreno de la ópera The Fairy ( La reina de las hadas), de H. Purcel, tuvo un papel fundamental al estrenarse el primer pasaje solista de timbales. A partir de esa fecha se produjo el desarrollo del mismo, con dos o más timbaleros, nuevas baquetas, hasta llegar al siglo XX, en que se produjo la aparición del pedal y se compusieron pasajes orquestales para timbales.

Bajo la dirección del Maestro Beteta (1949-54), la Banda de Silleda se vio enriquecida por una serie de mejoras, tales como un nuevo y variado repertorio, aspecto elegante, disciplina... Y, lo más importante, desde el punto de vista técnico consiguió un sonido especial y un equilibrio instrumental, con la incorporación de nuevos instrumentos, entre los que destacaban dos timbales. Estos voluminosos y caros instrumentos de percusión, fueron adquiridos con un generoso donativo de un emigrante, parte de una subvención municipal y con una aportación de once pesetas, por parte de cada uno de los componentes de la banda en ese año, tal como consta en el libro de gastos de la Banda. Era práctica habitual, que en la compra de instrumentos, interviniesen los componentes fijos, a los que se les "descontaba" mensualmente una cantidad de dinero.

Expertos en percusión

Las grandes bandas, con la finalidad de fortalecer y mejorar su sonido, reforzaban la percusión con los timbales. El timbalero solía ser un experto en la percusión. En la Banda de Silleda de los años 1950, el músico encargado de los timbales era Brey de Chapa, que era el cajista. Este hombre, que sabía solfeo y daba clases de música en su casa, fue también director en la década de 1940. Según José Costoya ( Vilar), cuando los afinaba, golpeaba con una baqueta la membrana y ponía la otra mano en la oreja. O sea, que afinaba de oído, como hacían los expertos. Cambiar la afinación de un timbal, ajustando cada llave de tensión, era un proceso laborioso que requería experiencia y muy bien oído. Hoy se utiliza un aparato llamado el pedal de afinación, que facilita y hace más rápida la afinación.

Con la desaparición de la banda en 1977, estos primeros timbales fueron abandonados. Cuando fueron recuperados, años más tarde, estaban un estado tan lamentable de conservación, que los hacía inservibles. Hoy forman parte del Museo de la EMMS. Tras la refundación de la Banda, en la época del Maestro Molinos, se lleva a cabo una total renovación instrumental. Y, en 1989, una subvención del Concello a la recién fundada Asociación de Amigos da Banda, destinada a "material", se utilizó para la adquisición de dos nuevos y modernos timbales.

En la actualidad, las grandes bandas y orquestas disponen de un "juego" completo formado por cinco timbales, mientras que la EMMS y la Banda disponen de cuatro, subvencionados en su casi totalidad por Amigos da Banda. Al adquirir los últimos, mucho más modernos y mejores se vendieron los anteriores, con la finalidad de ayudar al pago de los nuevos. La EMMS y la Banda cuentan, hoy en día, con un buen conjunto de modernos instrumentos de percusión y un total de diez percusionistas, que se turnan en las actuaciones, siendo los "timbaleros" José R. Costoyas y Germán Agulló. Dispone, pues, de dos parejas de timbales, de los que se usan habitualmente en viajes y fiestas, tres; en festivales, cuatro; y, en certámenes, cinco.

Este instrumento, el más voluminoso de todos, lo que dificulta su transporte, sigue siendo uno de los más importantes, es clave en las grandes formaciones musicales y necesita de expertos músicos, los timbaleros, que siempre tuvieron un papel importante en la vida de la orquestas.

Para finalizar, conviene recordar que estos instrumentos, reyes de la percusión, comenzaron su andadura como instrumentos atemorizadores y disuasorios en las batallas. Una vez superados esos avatares bélicos, cuando fueron abandonados por sus ejércitos e incorporados a las grandes orquestas o bandas civiles, se convirtieron en instrumentos musicales festivos y de paz.

En el caso de las bandas populares, como la de Silleda, los timbales nunca tuvieron esa connotación bélica; siempre fueron considerados instrumentos de trabajo, ligados a un grupo de aficionados, amantes de la música y de la cultura popular, que sirvieron para llevar a los más apartados rincones las melodías modernas y llenar de alegría, en las fiestas, las plazas de los pueblos, villas y ciudades.

La Escuela Municipal de Música de Silleda, siguiendo la tradición instaurada por la Banda hace muchos años, ofrecerá en estas fechas el concierto en honor Santa Cecilia, patrona de la Música, en el que sonarán en son de paz, estos grandes instrumentos de percusión, que tanto éxito le dieron en el XXXIX Festival Internacional de Altea en 2010.

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