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José Manuel Ponte

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José Manuel Ponte

Análisis de las tonterías

El presidente de los Estados Unidos, señor Trump, mantuvo en la Casa Blanca una entrevista con el presidente del Gobierno español, señor Rajoy, y en el curso de la comparecencia de ambos ante la prensa declaró que "sería una tontería que Cataluña se separará de España". Y luego concluyó: "España es un gran país y debe de permanecer unido".

Desde que ocupa el cargo, al señor Trump se le atribuye, por parte de sus críticos, haber dicho no pocas tonterías y por tanto debemos de considerarlo una autoridad en la materia. Por tanto, si él dice que la secesión de Cataluña respecto de España es una tontería habrá que darle un enorme valor político a ese pronunciamiento. Entre otras cosas porque, al margen de sus tonterías, él es el presidente de la primera potencia militar y económica del mundo y el jefe supremo del Ejército de un país que tiene en España dos de las bases militares más importantes para la defensa de sus intereses geo-estratégicos. Ahora bien, la interpretación del alcance político del empleo de la palabra "tontería" en boca de un señor que las dice muy a menudo no es tan sencilla. ¿Significa eso que apoyará todas las medidas, incluidas las más extremas, que utilice el gobierno de Rajoy para contener a los separatistas? ¿Le está llamando tontos, indirectamente, a los dirigentes políticos y a los ciudadanos que propugnan la independencia de Cataluña? ¿La unidad de España es parte del precio que debemos pagar por la instalación en Rota del escudo antimisiles? No lo sabemos. Como tampoco sabemos si en la entrevista entre Rajoy y Trump hubo intercambio de favores, como el alineamiento con Washington en el enfrentamiento con Corea del Norte y con Venezuela. En materia de alta diplomacia una cosa es lo que se pacta bajo cuerda y otra muy diferente lo que se declara en público, donde hay que leer entre líneas para sacar alguna conclusión válida. En cualquier caso, y siguiendo con el análisis de la palabra "tontería", hay que señalar que en una de sus más frecuentes acepciones viene a significar "cosa de poca importancia", lo que nos lleva a interpretar que, desde la perspectiva del jefe del imperio, el contencioso catalán es un asunto menor. Una visión del problema que seguramente no gustará a los patrioteros que nos abruman estos días con sus previsiones catastróficas.

Pese a todo, hay que alertar sobre el peligro de que las "tonterías" se conviertan en "locuras" y la jornada del referéndum declarado ilegal para el 1 de octubre derive a una confrontación violenta con la policía. Y todavía más si acto seguido el Parlamento catalán cae en la provocación de declarar la independencia y pasamos a una insurrección contra el gobierno del Estado. Desde luego, provocadores no van a faltar para enrarecer el ambiente. Pero lo peor de todo es quienes, en el ámbito de la política y el periodismo, parecen estar deseando que la tragedia se produzca. En las tertulias más excitadas de la radio se oye hablar de "ellos" (por los catalanes) y de "nosotros" (por los españoles). Y en la despedida a los contingentes de la Guardia Civil destinados a Cataluña se coreó la consigna futbolística de "A por ellos". Que no pase nada.

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