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Retrato del libertador

Baiget nos pinta a Puigdemont en trance de tener que cumplir su misión

Dice el consejero Baiget que él, por el referéndum, estaría dispuesto a ir a prisión, pero que si el precio del derecho a decidir es la pérdida de patrimonio, entonces no, porque eso afectaría a su familia. Y ahí se debate el hombre, que al mentar la pela, claro, se ha ganado las iras de la CUP.

Pero Baiget no cree haber sido "desleal" con Puigdemont y pone su cargo a disposición del president. No es falta de lealtad, president, es que hay lealtades y lealtades, y antes es la familia que el país. Aparte, como él no está en el "núcleo duro del procés", el que se sienta en la punta de la flecha del futuro, pues no decide, pero tampoco se pincha. Y ese apartamiento genera desafección (aunque también alumbre momentos de sensatez).

No debe de ser fácil resistir ahí, con un president que es "mucho más explosivo" que Mas y "mucho más distante". Sin pretenderlo, Baiget nos pinta de dos trazos el retrato del político con una misión, en trance de tener que cumplirla. Aunque en ello se extinga y a los demás les alcance la onda expansiva de su locura.

Puigdemont, además, "conecta con la gente". Únase este último trazo con los otros dos: mucho más explosivo, más distante. Entre los tres componen el retrato de un libertador. Lo único que no encaja es que el elegido no quiera seguir al frente del país.

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