La economía gallega ha vuelto a crecer a tasas del 3%, se crea empleo, los presupuestos de la Xunta vuelve a aumentar, los funcionarios gallegos recuperan al fin sus pagas extras, las expectativas que animan al consumo son positivas... El escenario en 2016 ha sido muy bueno, sobre todo teniendo en cuenta el calvario por el que atravesamos desde 2009 hasta 2014. El panorama de 2017 pinta bien. Pero no nos engañemos. Persisten los problemas y desafíos estructurales y se han agravado otros; en particular, la escasa calidad del empleo y una mayor desigualdad.

Por eso, debemos celebrar con mesura el cambio de escenario y asumir que los deberes por delante son de calado mayor. Aprovechemos los momentos de vacas gordas para afrontarlos como se debe, como problemas colectivos que exigen amplios consensos políticos y sociales.

Porque la debacle demográfica, el abandono y mal uso de la tierra, la debilidad de nuestro sistema de innovación y emprendimiento, el escaso atractivo de Galicia para las inversiones extranjeras y las debilidades de su industria, por citar solo los primeros de la lista, son asuntos de país sobre los que estamos obligados a trabajar mucho, durante largo tiempo, codo con codo y sin dejar espacio a la demagogia oportunista.

Tenemos que esforzarnos colectivamente más.

*Director del Foro Económico de Galicia